¿Por qué tantas reformas?

Es un poco agobiante, ¿no? Reforma del déficit público, reforma financiera, reforma laboral, reforma de la empresa pública,… luego, reforma de las pensiones, reforma fiscal, reforma de la administración pública (si llega), reforma de la financiación de los partidos (si llega), reforma educativa… ¿No nos están volviendo locos innecesariamente?

Tengo tres explicaciones para esta vorágine de reformas. Una: son necesarias, porque hay muchas cosas que no van, porque se han anquilosado, porque las instituciones han quedado anticuadas, porque los ciudadanos esperamos ahora otras cosas, porque el mundo ha cambiado y no podemos repetir lo que hicimos durante años, porque cada día hay más intereses creados que frenan el crecimiento…

Dos: porque las reformas están conectadas entre sí. Cuando subes los impuestos para cerrar el déficit, desarreglas el equilibrio entre impuestos; cuando reduces el gasto público, desequilibras la estructura de gastos; cuando cambias las reglas del juego laboral, pones en peligro las pensiones,… De modo que hay que poner en marcha muchos procesos, simultáneos o sucesivos, pero probablemente próximos en el tiempo. Y esto también por aquello de los cien días de gracia del nuevo gobierno: los grupos de intereses contrarios a las reformas se están moviendo ya.

Y tres: por la teoría del barril agujereado. Tómese un barril con agujeros y échesele agua. El agua sale por los agujeros, y solo se retiene la que permite el agujero más bajo. Tápese el agujero, y cabrá un poco más de agua, hasta el siguiente agujero. Y así sucesivamente. Problema: no sabemos a qué altura está cada agujero, es decir, cuáles hay que cerrar antes. Quiero decir que, si una empresa no está en condiciones de crear empleo, no sabemos si es porque los costes de despido son demasiado altos, o porque las cotizaciones sociales son prohibitivas, o porque sus empleados practican el absentismo, o porque los bancos no le dan crédito, o porque el impuesto sobre beneficios es demasiado alto. Moraleja: cerremos todos los agujeros que podamos, a ver si, con suerte, conseguimos que el barril no pierda agua.

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