¿Confía usted en quien le espía?

Viviane Reding, la Comisaria Europea de Justicia, habló hace unos días acerca de la noticia de que los Estados Unidos había espiado a gobiernos y ciudadanos europeos durante muchos años. Reding entendía que el Presidente Obama asegurase a sus ciudadanos que el espionaje a los gobiernos europeos era solo una medida para proteger sus intereses, los de los ciudadanos norteamericanos, pero que esto suponía que los ciudadanos europeo «no eran considerados como socios, sino como una amenaza«. Si no es así, ¿por qué se les espía? Y el anterior ministro de asuntos exteriores francés, Michel Barnier, declaró que «los americanos no deben subestimar la necesidad de dar buenas explicaciones«.

¿Qué tipo de confianza se construye sobre esas bases? Yo tengo confianza en mi médico cuando sé que es competente para cuidar de mi salud: es el componente técnico de la confianza. Pero no basta. Imagine que, cuando pone su vida en manos del cirujano que le va a operar, este recuerda que usted chocó con su coche hace unos días y se lo dejó bastante arrugado. ¿Podrá tener confianza en que su cirujano será leal a sus compromisos, pese a ese incidente? Con otras palabras: la dimensión ética de la confianza se basa en la expectativa de que el otro está dispuesta a actuar en favor mío, por encima de sus intereses personales, familiares, políticos o culturales, cuando mis intereses merezcan ese trato.

No podemos pretender que el gobierno norteamericano saque la comida de la boca de sus ciudadanos para dárnosla a nosotros, pero sí, al menos, que nos trate con respeto: no con menos respeto que a sus ciudadanos. Porque ese respeto procede de nuestra dignidad como personas, que no es inferior a la de los ciudadanos de los Estados Unidos. Y no basta dar explicaciones, como proponía el ministro Barnier. A lo mejor (o a lo peor) el problema radica en que los derechos humanos (el derecho a la intimidad o a la privacidad, en este caso) no son derechos reconocidos a la dignidad de la persona, sino solo derechos concedidos por el Estado, por la ley, y claro, condicionados a los intereses del que los concede.

 

6 thoughts on “¿Confía usted en quien le espía?

  1. Es posible que yo esté entre los causantes (y no es que yo me crea algo). Contaré lo que pasó.
    Hace un par de décadas, leyendo al profesor Rodríguez Cassado (español, La Rábida – UdeP) encontré en su libro una real explicación a muchos problemas latinoamericanos. Entre ellos que la batalla de Trafalgar fue convertida en Tratados Secretos y (no lo dice pero en seguida explicaré por qué deduje esto) entre ellos estaba Gibraltar. En algún país de Europa saben de este tratado e intentan aprovecharse hasta ahora. Que los reyes no fueron al almuerzo de los 50 años de la reina fue un insulto, y el espionaje puede deberse a ¿por qué ese “desacato” a un tratado? Y esto lo comenté hace unos años a unos amigos que vinieron por Lima.
    Y repito que creo que fue mi culpa porque acá en Perú hubo una guerra en 1879 con Chile (en realidad fue con Inglaterra) para que la Grace se quedara con unas tierras muy ricas al sur (Tarapacá). Lo que pasó fue que al irse el presidente Prado con el dinero para comprar armas a Europa, se encontró que nadie podía producirlas y debe haberle costado varios meses esto. Cuando alguien “de buena voluntad” le contó de los tratados (sólo Inglaterra podía producir armas, desde napoleón; y por eso toda la transferencia de colonias, una verdadera falta de responsabilidad social), terminaron pasando varios años hasta que llegó a Alemania para comprarlas. Mientras tanto, acá habían cartas y hasta pagos domiciliados, de que Prado se había confabulado con los ingleses para no volver, descalificación moral para seguir como presidente. En plena guerra “eligieron” a Iglesias (que tiene una avenida en Chile) firmando el tratado por el que esas tierras del sur peruano pasaban a Chile en 50 años. Y a los 50 años, otro presidente que también tiene su avenida(Leguía) en Chile, reafirmó el ¿tratado? (yo diría robo).
    Y la cosa sigue …

    1. Dirigido al Sr. Javier Rospigliosi: no conozco personalmente al Sr. Argandoña, he asistido a alguna de sus conferencias, y le sigo en los medios de comunicación y en su blog. Hay entradas en este blog que me parecen extraordinarias, otras son menos brillantes, pero en general mantienen mi interés y me producen por lo general mucha satisfacción, por ese motivo sigo todas las entradas que el profesor Argandoña hace generosamente en su blog. De un tiempo atrás veo que todas sus reflexiones vienen acompañadas de un comentario firmado por usted, comentarios que por lo general no aportan absolutamente nada al contexto de la reflexión que el profesor Argandoña acaba de realizar. No tengo nada que ver con la organización a la cual pueda pertenecer o pueda representar el Sr. Argandoña, pero sin duda yo, y me imagino que otros muchos le agradeceríamos que utilizase este espacio para hacer aportaciones más concretas y útiles sobre el contenido publicado. Finalizo este comentario pidiéndole disculpas por adelantado, siempre es difícil dirigirse a una persona que no conoces y aún más haciéndolo por escrito, y en segundo lugar y por si fuera el caso discúlpeme también por no haber sido capaz de entender el fondo de sus aportaciones, pero realmente es algo que me resulta muy complejo.

      1. Le entiendo y agradezco su reproche. Pero también le aseguro que todos mis comentarios tienen que ver con el tema que se trata, aunque sea difícil entenderlo por la multidisciplinariedad que hay en mis intervenciones.
        Dado que usted no debe ser el único en sentir que esos aportes no sirven. Prefiero no seguir interviniendo.
        En todo caso, le recomiendo mi libro La Constante Universal de la Economía que pronto esperamos esté disponible en España.
        Gracias de nuevo y no se sienta mal por esto. Insisto en que usted no debe ser el único por eso lo digo y lo último que deseo es bajar el nivel del blog (o que lo parezca).

        1. Sr. Javier Rospigliosi, le agradezco mucho el tono de su respuesta. Sin duda sus intervenciones requieren de un nivel que no he logrado alcanzar, o que no tengo adquirido por mi formación técnica, soy ingeniero industrial y MBA en Administración de Empresas por la Universidad Politécnica de Cataluña. Para descargo mio también considero que son temas muy complejos para tratarlos en este sitio, y por ello le agradezco la referencia que hace a su libro que sin duda alguna en cuanto aparezca publicado en España yo mismo seré de los primeros en comprar, y espero entender de una vez la lógica del sincronismo de la que tanto nos ha citado en sus comentarios. Sin nada más que volver a agradecerle su amable respuesta reciba un cordial saludo de mi parte.

          1. Sr. Alberto García le reitero mi agradecimiento por su sinceridad y le sugiero que lea Quién es el Hombre del profesor Leonardo Polo que es interdisciplinario y toca los temas de la responsabilidad desde una perspectiva socio-económica.
            Insisto en darle gracias por su amable respuesta.

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