La cultura del esfuerzo

La Revista Valors me hizo una entrevista hace unos días (aquí, en catalán). La entrevistadora, María Coll, lo hizo muy bien, y me hizo trabajar. Es siempre un reto tener delante un buen entrevistador, sobre todo si el producto va a aparecer en un medio interesante, como esta Revista, que recomiendo a todos los que se interesen por los valores. La entrevista me permitió hablar de cosas que me preocupan ehora. Pondré algunos ejemplos:

  • La paradoja del Estado del bienestar: me pagan cuando no trabajo y pago cuando trabajo. Ya se ve que, si no tengo criterios superiores que guíen mi conducta, sucumbiré a los incentivos perversos.
  • La motivación extrínseca: nos esforzamos para obtener algo, casi siempre material, que nos dan desde fuera. Es más infrecuente que lo que me motiva venga de dentro: ganas de aprender, de hacer algo por los demás, de servir… Esto es mucho más atractivo, pero… si uno no se lanza a hacerlo, no se entera, y cada día se moverá más por la motivación extrínseca. ¡Qué pena!
  • Nos parece que debemos volver a la cultura del esfuerzo, pero para eso hace falta aprendizaje, y esto no es fácil. Y necesita tiempo. Si la recesión continúa y la sociedad no se rompe, me parece que conseguiremos recuperar esa cultura. Pero hay demasiados condicionales en esta frase.
  • El esfuerzo se relaciona con otros valores, como la solidaridad: esforzarse por los demás. Y, digo yo en la entrevista, con la racionalidad: ha de ser organizado.
  • La economía ha pensado poco en el esfuerzo, porque se basa en la motivación extrínseca: trabajo para que me pagues; si me pagas más, trabajo más. Pero eso no funciona, al menos a partir de cierto nivel de remuneración.

 

Antonio Argandoña es Profesor Emérito de Economía del IESE.

5 thoughts on “La cultura del esfuerzo

  1. Según la logoterapia creada por Viktor Frakl, ante un resultado exitoso, lo que realiza a la persona es una (comedida) sensación de mérito, si es que el éxito ha sido mayoritariamente causado por uno; o de gratitud, si la contribución para alcanzar ese éxito no ha sido determinante. Ante el resultado de fracaso, lo que realiza a la persona es una adecuada gestión de la culpa, buscando resarcir a quien más perjudicado sale en las nuevas circunstancias, si el fracaso es consecuencia de una acción propia; o una digna aceptación de la situación, en el caso de que la adversidad sobrevenida no sea causada por uno mismo, como hace Jordi. Este discurso es consistente con lo que comenta Santiago.
    El esfuerzo a veces se recompensa, unas veces antes, otras más tarde, y otras no se recompensa. Juan Roig, presidente de Mercadona, pasó una noche en blanco cuando tuvo que tomar una decisión sobre el Valencia Basket, del que es seguidor. El club necesitaba dinero, pero Mercadona no patrocina. Finalmente encontró la respuesta: Los jugadores llevarían en la camiseta el lema «Cultura del esfuerzo». Ayer, el Valencia Basket se clasificó para la final de la Eurocup de Baloncesto. Es sólo mi opinión o mi deseo, pero algo habrá tenido que ver la Cultura del Esfuerzo.

  2. Gracias al Estado del bienestar, cuando un trabajador se pone enfermo, puede recibir un pago, aunque no trabaje. Gracias al Estado del bienestar, cuando un trabajador, trabaja, también paga para que otros trabajadores puedan recibir un pago cuando están enfermos.
    Gracias a la cultura del esfuerzo un trabajador puede sentir interés en mejorar su formación y así como en mejorar la calidad de su trabajo, en el día a día.
    Gracias a la cultura del esfuerzo, es de esperar que la empresa irá mejor. Si los dueños de la empresa pueden aprovecharse libremente de este esfuerzo, también aparecen incentivos a no pagar ninguna recompensa al trabajador que se esfuerza.
    Es decir que la cultura del esfuerzo funcionará si los trabajadores y la empresa deciden mantener una actitud de cooperación y colaboración. El problema es que las dos partes tienen incentivos a romper esta cooperación y a comportarse de una forma egoísta.
    Es decir, que la cultura del esfuerzo solamente tiene sentido si se desarrolla bajo unos criterios en los que tanto los trabajadores como la empresa actúan según unos principios morales que garantizan la cooperación de las dos partes.

  3. Inventan impuestos al ahorro, es decir, se castiga a los responsables, a los que llevan trigo al granero cuando hay cosecha. Inventan impuestos a lo ahorrado, que ya tributó. Quieren que inventemos, que se creen (así, en impersonal) puestos de trabajo …. No pocos padres, no pocos profes, no pocos periodistas, no pocos políticos te miran pero que muy mal cuando les hablas de mérito, de responsabilidad … tantas «p» me «p»reocupan. Claro que después uno «se pierde en alguno de los campus de de Universidad de Navarra y dice ¡hay padres, hay profesores … y sobre todo hay un alumnado responsable y maravilloso! (con alguna excepción, poca, para confirmar la regla, que se decía antes)..

  4. Estimado Antonio:

    Tal como dices es muy importe la «cultura del esfuerzo», que debe quedar integrada en la » propia cultura de empresa», ocupando un lugar destacado.

    Desde mi punto de vista la cultura del esfuerzo se crea con valores como:
    – Agradecimiento (a la propia vida y al esfuerzo de nuestros antepasados)
    – Compasión (hacia los necesitados)
    – Indignación (por las injusticias)
    – Innovación (para crear un mundo mejor)

    Lo ideal sería que nuestro entorno educativo (la familia, escuela, universidad y sociedad), crease en las personas «La cultura del esfuerzo», algo muy necesario para la buena marcha de las empresas.

    Saludos,

  5. Estimado profesor Argandoña,
    Después de 28 años trabajando en la misma empresa, ésta ha presentado un E.R.E. y a fin de mes estamos
    todos despedidos. 31 trabajadores, 8 de ellos discapacitados mentales que, por cierto, durante bastantes años
    la empresa, y yo mismo, los hemos estado mostrando como gran ejemplo de R.S.C.
    Y siento muchísimo decirle que después de leer en su artículo:
    «La paradoja del Estado del bienestar: me pagan cuando no trabajo y pago cuando trabajo.
    Ya se ve que, si no tengo criterios superiores que guíen mi conducta,
    sucumbiré a los incentivos perversos.»
    por un momento he estado buscando el botón de ‘unsusbcrive’ pero después me he alegrado de no
    encontrarlo ya que siempre le sigo y hace Vd. una gran labor aunque a veces se le nota
    una falta de confianza en la bondad innata de las personas, sobre todo de los trabajadores.
    (como buen economista que es Vd.).
    No haga caso y disculpe, esto es debido al mal momento que paso.
    Saludos,
    Jordi Arnau .

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