Sobre una posible crisis de la Responsabilidad Social de las Empresas (V)

Los Comentarios de la Cátedra son breves artículos que desarrollan, sin grandes pretensiones académicas, algún tema de interés y actualidad sobre Responsabilidad Social de las Empresas

Ya falta poco para acabar con estos comentarios sobre la presunta crisis, debilidad, enfermedad o depresión de la Responsabilidad Social (RS) de las Empresas. Ahora le toca el turno a la transparencia.

Porque me llama la atención la relevancia que en los ambientes relacionados con la RS se da a las memorias de sostenibilidad o de responsabilidad social o, más recientemente, a las memorias integradas. Hay razones para ello. Para los investigadores, son una fuente de información más o menos estandarizada y accesible, aunque referida principalmente a las empresas grandes, y con una fiabilidad no especificada. Para las empresas, son un instrumento de relaciones públicas, sobre todo si van acompañadas de la calificación favorable de alguna de las agencias internacionales dedicadas al tema. Para los directivos de RS, la elaboración de las memorias y webs de RS proporciona una ocupación que absorbe muchas horas y que tiene un resultado patente y admirado. Para los altos directivos, son algo que justifica su interés por la RS y un motivo de prestigio entre sus pares. Y para los expertos y consultores suponen un encargo concreto, asequible y facturable.

Pero ¿son efectivamente útiles? Esto puede valorarse en dos ámbitos diferentes. En el primero, el de los stakeholders (inversores, empleados, clientes, proveedores, comunidad local) y de la sociedad (onegés, expertos, políticos, etc.), los informes de RS deben proporcionar información relevante y útil para conocer y valorar lo que la empresa está llevando a cabo. Pero a menudo resultan documentos largos, farragosos y, en gran medida, irrelevantes, que muy pocos leen, y que se justifican como ejercicio de comunicación o de relaciones públicas (a menudo obligatorio), y para presentarlas a una agencia u organismo que las valora y califica. Además, esos informes son incompletos, porque no permiten acceder a los procesos de decisión de las empresas. 

El segundo ámbito en el que se puede juzgar la utilidad de las memorias de RS es el proceso interno de toma de decisiones para la estrategia de la empresa, la elaboración de sus políticas, su aplicación, su valoración y su aplicación a la mejora de las decisiones. Pero me parece que en este ámbito la utilidad de los informes de RS es todavía menor.  

Si todo esto es verdad, el énfasis en las memorias puede ser un motivo de frustración para los directivos de RS (dedican mucho tiempo a la recogida de una información cuya importancia real es reducida) y para la alta dirección (salvo en cuanto creación de imagen), de descontento para los stakeholders externos e internos y de sensación de fracaso de la RS, porque se otorga demasiada importancia a lo que, en definitiva, es solo una etapa de la RS, la de comunicación.

Pero esto no es todo, porque el énfasis en las memorias puede venir dado por un auténtico interés en cambiar la manera de entender la empresa y su función en la sociedad, su estrategia, su gobierno y su gestión. El argumento implicaría que, si la empresa explica lo que hace, se verá obligada a reflexionar, a dialogar con sus stakeholders y a tomar medidas para cambiar. En este caso, la comunicación, la transparencia, la verificación y la certificación son pasos en el proceso de conocimiento, de reflexión y de redifinición de la empresa. Y esto sí afectaría al núcleo duro de la RS.

Pero si es eso lo que se desea, el camino está, probablemente, equivocado, porque la gran mayoría de las memorias, y su mismo planteamiento por parte de sus redactores y auditores, no conduce a esa reflexión, porque se elaboran comoo un ejercicio de relaciones públicas, no para orientar la misión, la estrategia y las políticas de la empresa. La información y la transparencia son importantes para la RS, pero probablemente hay que buscarlas en otros ámbitos.

A veces se entiende la RS como un conjunto de instrumentos, de técnicas, de sistemas de gestión, que son fáciles de entender y cuyo desarrollo justifica el trabajo de un director de RS y de su equipo. Pero una caja de herramientas no basta para hacer de la RS un motor de reconversión o de cambio –y esta puede ser otra razón para la crisis de la RS apuntada antes. Por supuesto, la RS debe incluir todos esos medios, pero estos no bastan.

Por eso se exige que la RS se integre en la misión, en la estrategia y en las políticas de la empresa: eso es lo que da razón de ser y unidad a los instrumentos. La reflexión antes mencionada sobre qué es la empresa, cuál es su papel en la sociedad y cómo se relaciona con sus stakeholders, se materializará en la identificación de las responsabilidades de la empresa, que esta asume ante la sociedad. Esa RS no es algo que le señala la sociedad, ni algo vinculado a la rentabilidad; tampoco es algo que dependa de unas estrategias gubernamentales, ni algo dirigido a resolver los problemas de la humanidad, ni algo que se justifica como medio para conseguir la legitimidad o la reputación de la organización… Me parece que, si no empezamos por las preguntas básicas, no llegaremos nunca a captar la verdadera RS de las empresas. Claro que no nos pondremos de acuerdo, al menos al principio, pero me parece que entonces nos sentiremos cómodos trabajando sobre temas que, efectivamente, pueden provocar un cambio real en la empresa y en su dirección de empresas, y en la sociedad.

Y un comentario final: si pensamos que la RS la inventamos los expertos hace veinte o treinta años, cometemos un error que puede impedirnos aprender de la historia. La RS la han practicado las empresas desde hace siglos, con distintos supuestos, planteamientos y objetivos, pero como una auténtica responsabilidad de la empresa por sus impactos en la sociedad. Ahora bien, los asuntos humanos, también en estas materias, funcionan, a menudo, mediante ciclos. Por ejemplo, en los años setenta del siglo veinte la teoría económica se extendió considerablemente alrededor de supuestos como la autonomía de las decisiones económicas frente a la ética, la eficacia de los mercados libres y la maximización del beneficio como objetivo de las empresas, y esto condujo a un cierto abandono de la RS, tal como se había conocido en las décadas anteriores. La recuperación actual del concepto no es, pues, una novedad histórica. Reconocer las fases históricas de la RS nos puede ayudar a entender mejor sus potencialidades y limitaciones, y también a matizar nuestra valoración de sus éxitos o fracasos.

Queda una entrada más. Pido paciencia al lector.