Sobre una posible crisis de la Responsabilidad Social de las Empresas (y VI)

Los Comentarios de la Cátedra son breves artículos que desarrollan, sin grandes pretensiones académicas, algún tema de interés y actualidad sobre Responsabilidad Social de las Empresas

A lo largo de las entradas anteriores he ofrecido algunas interpretaciones acerca de la supuesta crisis, enfermedad o insuficiencia de los avances en la Responsabilidad Social (RS), principalmente en España. He señalado que el problema puede estar en las concepciones que tenemos sobre la RS. Y aunque tengo mi propia idea sobre lo que es la RS, no he intentado imponerla, porque mi definición puede ser, para los demás, tan discutible como cualquier otra. De todos modos, he argumentado que algunas concepciones de la RS pueden no cuadrar con la realidad de la sociedad en la que nos movemos, de la empresa que ha ocupado nuestra atención y de las personas que la han de dirigir. Y esto sí es relevante para el debate.

Si nos sentimos desconcertados por el estado actual de la RS, mi consejo es que llevemos a cabo una reflexión sobre lo que son y lo que deben ser esas tres realidades, sociedad, empresa y persona que dirige; esto puede ayudarnos a entender las sombras del cuadro, que quizás no están en la RS misma, sino en los otros protagonistas (o también en nuestras preferencias, o en nuestras agendas ocultas). Fruto de esa reflexión será la posibilidad de entrar en diálogo con otros también implicados en la RS, para ver, como he explicado más arriba, hasta dónde podemos trabajar juntos y en qué momento nuestros caminos se tendrán que separar; esto puede hacer mucho más eficaz nuestro trabajo conjunto.

Me parece que en mi análisis anterior han quedado claros unos cuantos supuestos de partida. Me referiré aquí solo a tres. Uno: las empresas deben identificar sus responsabilidades sociales desde su misión, su estrategia, sus políticas y procesos, y sus relaciones con sus stakeholders. La RS no es algo desde fuera, aunque desde fuera podemos ayudarle a identificarla.

Dos: la RS se debe “vender” sola, no con argumentos políticos, ideológicos, filosóficos, económicos, de legitimidad, de reputación, de aceptación social… Una empresa ha de ser socialmente responsable porque, si no lo es, no será una buena empresa, y un directivo ha de ser socialmente responsable porque, si no lo es, no podrá ser un buen directivo, un directivo excelente. Esto se deriva precisamente de aquella reflexión sobre qué es una empresa, qué debe ser mi empresa en la sociedad en la que está implantada y con el equipo humano que tiene ahora.

Y tres: si la RS es condición para la excelencia, la RS es necesaria: voluntaria, pero necesaria, no opcional. Por eso nos lamentamos de que no se dé el progreso que deseamos en la definición e implementación de la RS. Esto, me parece, es algo en lo que todos los que estamos implicados en la RS estamos de acuerdo. Y esto constituye un excelente punto de partida para nuestro trabajo conjunto.

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