¿Conviene que crezcan los salarios?

El otro día impartí una conferencia en Valencia, invitado por la Asociación Española de Directivos, AED. Me trataron muy bien, y tuve un interesantísimo coloquio, después de mi exposición. No les gustó la idea de la moderación salarial; si les entendí bien, les preocupaba la sostenibilidad del consumo si los salarios se mantenían estables. Aquí quiero hacer algún comentario sobre esto.

Primero: mantener ahora los salarios estables, con precios decrecientes, es aumentar los salarios reales y los ingresos de las familias y, por tanto, el consumo. Pero me parece que las preguntas del público no tenían este escenario en la cabeza.

Segundo: como ya he explicado en otras ocasiones, los salarios deben subir cuando aumenta la demanda de los productos o servicios fabricados, cuando aumenta su precio, o cuando aumenta la productividad de los empleados. Por eso decía en Valencia que no tenía inconveniente en aumentar los salarios nominales un 10% para aquellas categorías, empresas o sectores en que esto fuese conveniente.

Tercero: la moderación salarial sigue siendo necesaria cuando se trata de trabajadores poco cualificados, cuya productividad es muy baja; subir los salarios alegremente puede significar mandarlos al paro de nuevo, o que no lleguen a encontrar nuevos empleos. Y también para trabajadores jóvenes, cuya productividad puede ser alta, pero no se conoce, y necesitan aprender. Para los que van a tener productividad baja durante mucho tiempo, los bajos salarios deben completarse con formación, experiencia, reducción de otros costes para las empresas y mejora de los ingresos de los trabajadores mediante el estado del bienestar, como he explicado en otras ocasiones. Para los salarios bajos en el comienzo de la vida laboral, lo que hay que hacer es proveer un aumento rápido, en cuanto se vaya “conociendo” la productividad del empleado. La formación profesional dual hace eso: salario o beca pequeño, cuando empiezan, y muchas oportunidades cuando ya han aprendido.

Hay, claro, argumentos contra los salarios bajos. El de mejorar los ingresos para aumentar el consumo no me parece sostenible: los ingresos pueden mejorar porque aumenta el salario del trabajador o porque aumenta el número de trabajadores. La moderación salarial va dirigida a esto último; si no aumenta la contratación, el argumento se cae; pero me temo que si los salarios aumentan demasiado deprisa no se creará más empleo.

Otro argumento es el de la paz social: salarios que no crecen no gustan a los empleados (ni a los sindicatos, claro). Pero nadie les pregunta a los parados qué opinan ellos, no del aumento de salarios de sus amigos (sus competidores, que ya están colocados), sino de darles a ellos oportunidades para que encuentren un empleo.

En Valencia expliqué que el ajuste de costes de las empresas cuando empezó la crisis, en 2008, se caracterizó por una caída grande del empleo y una moderación salarial mínima: las empresas redujeron sus costes echando gente a la calle, es decir, no repartieron de manera equitativa los costes entre todos sus empleados. Solo después, cuando la crisis se acentuó, empezó la moderación salarial, una de cuyas consecuencias ha sido la recuperación del empleo que ahora estamos viendo. Los alemanes bajaron los salarios y mantuvieron el empleo; nosotros no bajamos los salarios y destruimos empleo. Ahora ya no estamos en fase de reducir costes para frenar la recesión, pero sigue siendo válido que un aumento excesivo de los costes laborales es contrario a la recuperación de la ocupación.

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