Algunos padres se han vuelto locos

Se han vuelto locos, o lo parece. Vamos, digo yo. Leí hace unos días un artículo de Emma Jacobs en el Financial Times (aquí, en inglés, claro) y me dije: algún día tendrás que comentarlo. Y unos días después leí una carta de una lectora (aquí, también en inglés) y me dije: sí, tienes que comentarlo. Y aquí estoy.

El artículo explicaba las andanzas de una asesora sobre la guardería adecuada para los hijos de gente rica, en el Reino Unido, aunque este negocio está más desarrollado en Estados Unidos. El primer párrafo es significativo: «La Universidad de Cambridge; luego, el Deutsche Bank. Este es el futuro que un padre que trabaja en la City de Londres había diseñado para su hijo, tal como le comentó a Sabine Hook [la consultora]. El chico tenía seis meses; el trabajo de la Sra. Hook era poner al chico en el camino adecuado«.

No es un caso aislado. Muchos padres consideran que elegir la guardería adecuada es el medio para que vaya a la escuela adecuada, desde la que tendrá acceso a la universidad adecuada, para acabar en el trabajo adecuado.

Me parece que esto dice mucho de la sociedad en que vivimos. Una sociedad en que el éxito es lo que cuenta, y un éxito marcado por una carrera que acaba con un supersueldo. Por supuesto, el chico no tiene nada que decir sobre su carrera: sus padres ya saben lo que le conviene. Esto dice mucho de sus padres. En el artículo se señalan algunos detalles de esos padres. «Algunos padres ricos me dicen a veces que sería una negligencia por su parte no contratar a alguien que les ayude en esta tarea desde el principio». O sea, lo hacen por el buen nombre de los padres, «particularmente porque los padres son ‘ultracompetitivos’«.

La consultora «echa la culpa a la presión de los pares y a la mentalidad de rebaño. La competencia de las guarderías provoca la paranoia incluso en los padres más equilibrados. Los rumores les vuelven locos, a veces». Porque, como dice la experta, «Hay muchos magníficos lugares que no están de moda». Más información sobre esos padres. «Parte de la presión se debe al deseo de los padres de parecer buenos», dicen un bloguero sobre estos temas. «Pero también se debe a que son parte del uno por ciento que tiene suficiente dinero para dar a sus hijos la mejor educación». No queda claro qué pensarán sus hijos, el día de mañana. Me acuerdo de un chiste que leí hace tiempo en el Wall Street Journal: papá y mamá, trajeados como eficientes profesionales, se despiden del niño, que se queda con la cuidadora, diciéndole que se van a ganar dinero para que el niño pueda tener la mejor cuidadora del mercado.

En el artículo se cita también el caso de una niña de dos años que iba a la guardería cinco días a la semana, tenía un tutor dos tardes a la semana, para ser sobresaliente en matemáticas y dominio del lenguaje; tenía clases semanales de fonética y lectura, teatro, francés para principiantes y natación, y estaban pensando en añadir chino mandarín y español. «La niña estaba tan cansada que tenía miedo de abrir su boca».

La conclusión la tomo de la carta del día 19: «Algún día endremos la evidencia de que los caracteres de la infancia que se correlacionan más con el éxito son el juego, la liereza de corazón y el sentido del humor. Un niño tiene una capacidad natural y abundante para divertirse. Si algo es crucial en la infancia es mantener esto vivo. Es lo que mejor le mantendrá en el largo plazo».

2 thoughts on “Algunos padres se han vuelto locos

  1. Un artículo precioso Sr. Argandoña, con verdades como un templo. Nos dirigimos hacia un modelo donde prima más la reputación, el dinero o salario como estatus, y el parecer excelente, dejando de lado aspectos tan importantes en la infancia como la creatividad, la libertad a la hora de elegir una profesión, que en algunos casos viene impuesta por la familia, o el propio hecho de no invertir lo más valioso de nuestras vidas, como es el tiempo, con nuestros seres queridos, por sacrificio laboral. Felicidades de nuevo, por el tiempo, la reflexión, y los posts diarios que se publican en el blog. Un cordial saludo. Jesús B.-M.

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