De decadencias y tácticas

Esta entrada es, como otras muchas, fruto de una idea surgida de repente (y, por tanto, probablemente falsa o, al menos, sospechosa). Me vino en dos partes. La primera, un artículo de Juan Pedro Quiñonero en Nueva Revista, titulado «Francia y el fantasma de la decadencia» (aquí, de pago). La segunda, un titular en un periódico sobre la necesidad que tiene Europa de una táctica ante Trump.

El artículo de Francia revisa los factores que el autor ve tras el declive de Francia, que se remonta a casi cuarenta años (y sospecho que, en sus raíces, a unos cuantos siglos). Si tuviese que reducirlo a dos factores, yo señalaría, en primer lugar, la inviabilidad de su modelo social, muy querido por la izquierda, aplaudido por todos y apoyado con ardor, a menudo con agresividad, por sus sindicatos. Las cifras de déficit y deuda pública, competitividad, optimismo empresarial y crecimiento potencial apuntan a un modelo obsoleto, que se ha aguantado mediante endeudamiento, contraviniendo los acuerdos de la Unión Europea y con creciente malestar en la clase obrera y en la clase media, y con miedo en ambas clases y en la alta.

El segundo factor de la decadencia de Francia es, según el artículo, el fin de un modelo que no sé si llamar de convivencia social o de cultura, basado en la convivencia pacífica, la aceptación de las ideas del otro, el diálogo y la tolerancia, que ha configurado durante muchos años la idea que desde fuera tenemos de Francia. Ese modelo, dice Quiñonero, ya no existe. Según él, saltó por los aires en los banlieu, los barrios periféricos de las grandes ciudades, llenos de inmigrantes de otras culturas, que no han querido, no han podido o no han sabido integrarse en la cultura admitida, probablemente -digo yo- porque esta ya no les ofrecía nada atractivo, más allá del desempleo permanente, vivir más o menos cerca del margen de la ley, sentirse extranjeros en su país de acogido y sentirse desplazado de sus instituciones, empezando por las educativas.

Quiñonero es francamente pesimista sobre la decadencia francesa. Como europeo, no dejo de preguntarme cómo es el fantasma de la decadencia europea. Y aquí viene el titular de periódico que mencionaba antes: «Europa necesita una táctica frente a Trump». Táctica, no estrategia, o sea, algo cambiante, adaptado a las circunstancias… pero, ¿inútil? No hay estrategia, porque -y vuelvo ahora al artículo sobre Francia- no estamos de acuerdo sobre lo que en economía guía la estrategia: las fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas de Europa. No conocemos nuestras fortalezas, porque no son de Europa, sino de nuestra tribu, y lo que unos consideran fortalezas otros, en el mismo equipo, las llaman debilidades. Y conocemos nuestras debilidades, pero no queremos admitirlas. De modo que no podemos aprovechar las oportunidades, que no descubrimos, entre otras razones porque no sabemos quiénes somos «nosotros». Y cuando aparecen amenazas, pensamos en tácticas. ¡Ah!, y no pienso que en España estemos mejor preparados que nuestros vecinos ante ese fantasma de la decadencia.

¿Me he vuelto pesimista? ¡Ni pensarlo! Pero nos viene bien conocer dónde estamos y qué nos pasa, si queremos pensar cómo cerrar nuestras puertas al fantasma de la decadencia y a otros fantasmas. Y vuelvo a algo que he mencionado otras veces en este blog: la solución no la tienen nuestros políticos y expertos, sino tú y yo. Yo ya estoy pensando qué debo hacer para protegerme, a mí y a los demás, el trozo de la decadencia europea que se produce a mi alrededor. Aunque no estoy seguro de tener éxito en esto.

3 thoughts on “De decadencias y tácticas

  1. Estimado Antonio:

    Muy interesante y tal cómo dice, podemos cerrar nuestras puertas al fantasma de la decadencia y a otros fantasmas, siempre que hagamos surgir en nosotros el renacimiento en todo aquellos que se encuentre a nuestros alcance, abandonando la comodidad y los miedos.

    Saludos cordiales,

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