La turismofobia

No recuerdo haber oído o leído esa palabra hasta que hace unos días habló de esto Salvador Antón en el Colegio de Economistas de Cataluña. El tema de su conferencia era «Las grandes ciudades como destinos turísticos globales. Evidencias, reflexiones y perspectivas». Mi interés radica en la atmósfera enrarecida que se ha ido creando en Barcelona en relación con el turismo, que invade nuestra ciudad cada día, llena nuestras calles, museos, restaurantes y cafés, convierte los pisos vacíos en pisos para turistas, eleva los alquileres, expulsa a los inquilinos de bajos ingresos y crea un conjunto de problemas no pequeños.

Que son, también, problemas globales y crecientes. Antón dio cifras sobre el crecimiento del turismo en ciudades, a tasas más altas que las del turismo de playa o de montaña, y que seguirá creciendo, al menos mientras los vuelos sean baratos, la gestión de reservas y viajes sea cómoda, las vacaciones cortas, las oportunidades de turismo de fin de semana sean prometedoras y busquemos experiencias memorables en el ocio y la cultura.

Ya tenemos los datos principales del problema: un turismo creciente que ocupa nuestras ciudades, que seguirá haciéndolo, y que interfiere con las expectativas y los deseos de muchos ciudadanos. Lo que Salvador Antón propone es el difícil equilibrio entre los intereses de los distintos implicados. Los visitantes están ahí y quieren venir. Algunos se benefician de ese turismo. A la ciudad le conviene, porque define, de algún modo, su presencia en el mundo: Barcelona es hoy una ciudad conocida y atractiva. Pero los costes están mal repartidos.

No tenemos recetas fáciles, que son las que piden los ciudadanos: más facilidades para los turistas, en un lado; barreras, impuestos y frenos en otro. La tentación es ir alternando el palo y la zanahoria, como en tantos casos. O lo que he explicado en otras entradas: que crezca el turismo, que luego recaudaremos y repartiremos. Pero el problema no es solo económico; por eso hacen falta soluciones innovadoras. Y hacer pruebas. Y conocer la experiencia de otras ciudades. Y dialogar, sin condiciones previas.

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6 thoughts on “La turismofobia

  1. El turismo es algo positivo pero siempre tiene su lado negativo. Es bueno para la economía del país, en España tenemos suerte de tener las playas que tenemos. Pero también hay que vivir con sus inconvenientes. Como he leído en uno de los comentarios «todo en gran medida es malo». Totalmente de acuerdo. Tendría que haber mas control sobre los alquileres ilegales y sobre todo intentar evitar fraudes.

  2. El turismo es algo natural, muy bueno para la economía pero que hay que hacerlo con cuidado, sin que nos sobrepase, todo en gran medida es malo.

  3. No es difícil la solución. Control policial y medidas administrativas desde los Ayuntamientos de las Capitales para inspeccionar las viviendas que alquilan habitaciones ilegalmente y a precios ínfimos a turistas que están causando muchos problemas a ciudadanos de bien. Necesitamos una buena regulación y a la vez que se cumpla la misma por las autoridades.
    Los problemas no resuelven con quejas constantes. Cada año el mismo problema, y aumentando, pero no se toman medidas correctas y firmes que nos pueden mejorar la vida a todos.
    Muchas gracias Profesor.

  4. Estos problemas se tratan desde arriba con los sincronismos contra-relacionados profesor. Para eso son las distribuciones de Bose y Dirac como transcribí en mi libro de la constante. Según se trate de dinero (Bose) o infraestructura (Dirac) se obtienen los desequilibrios respectivos. Una visión general la da la de Boltzmann. Es una sugerencia optimista, por si acaso.

  5. Realmente el turismo está provocando problemas para los ciudadanos de muchas ciudades. Sin ir más lejos la invasión de turistas en Baleares está creando muchos inconvenientes como la masificación de acceso para algunas zonas o servicios o el aumento atroz de los alquileres.

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