¿Para qué sirve el mercado? (I)

No, no quiero dar una clase aburrida sobre las funciones del mercado. Quiero explicar algunos de los problemas que tienen nuestras economías hoy, y que tienen que ver con el buen o mal funcionamiento de ese instrumento que llamamos el mercado. Y empezará con un ejemplo trivial.

Apareció hace unos días (el 26 de noviembre) en The Guardian. El encabezamiento anunciaba que “Los españoles se enfrentan a la escasez de jamón ibérico, porque los chinos descubren su sabor”. El título lo dice casi todo: los chinos, grandes consumidores de cerdo, han descubierto el jamón de alta calidad. Y como las rentas de los chinos ricos están creciendo rápidamente, la demanda se ha disparado.

Esto es bueno para los productores de cerdo ibérico. Pero la cría de un cerdo de calidad y el curado de un buen jamón tardan mucho. Ya tenemos todos los datos del problema: demanda creciente (porque también a los españoles nos gusta el buen jamón, y lo mismo ocurre con los sibaritas ricos de otros países) y oferta rígida, que tardará mucho en ponerse a la altura de la demanda. Consecuencia: precios arriba, rápidamente.

Y aquí aparece el mercado. Este es un mecanismo de transmisión de información. Si usted se dedica a la producción de jamón, no hace falta que lea The Guardian o que viaje a China, para saber que hay más demanda que oferta: esto es lo que le dice la subida de precios.

Y aquí viene la segunda función del mercado: precios más altos significa mayores oportunidades de beneficio. Por tanto, incentivos para producir más jamón. Primero, ibérico, porque es donde los precios están subiendo. Y segundo, otras variedades de menor calidad, y aun otros productos que compiten con el jamón en el aperitivo o las tapas, porque con precios al alza, los consumidores se pasarán a comprar esos otros productos, cuya demanda también crecerá, generando beneficios para los productores.

O sea: los consumidores chinos se llevarán su buen jamón, caro. Los consumidores españoles de buen jamón tendrán que pagar más por él. Los consumidores de jamón de menor calidad tendrán también una subida de precios, pero menor. Ganarán los que ya producen jamón. Y quizás los que producen otros productos de lujo, cuando la demanda abandone el jamón ibérico porque es caro.

El mercado es, pues, un mecanismo de información y de incentivos: para producir más y para consumir menos, o para consumir otras cosas. Tratándose de un producto de lujo, esto no nos preocupa mucho. Pero, ¿qué pasa cuando hablamos de bienes de primera necesidad, como la vivienda? Lo veremos otro día.

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