Una empresa es mucho más que un líder

Las compañías visionarias no necesitan grandes líderes visionarios y carismáticos. Es el segundo mito que desmonta el libro Empresas que perduran (Paidós), de James C. Collins y Jerry I. Porras. Cuando pensamos en líderes carismáticos actuales en el mundo empresarial, a todos nos vienen a la cabeza nombres como el de Steve Jobs, quien, por cierto, fue apartado de la empresa que fundó durante más de una década, si bien es verdad que fue suya la visión revitalizadora que llevó a Apple a alcanzar su actual posicionamiento.

El carisma no es una característica indispensable, ni suficiente, para que una empresa triunfe. Si fuera así, solo unas pocas empresas familiares lograrían pasar de la primera generación. El traspaso intergeneracional no es fácil: he hablado en numerosas ocasiones en este blog de los retos que supone la sucesión.

Las empresas visionarias se caracterizan por tener mejor planificada la sucesión, un tema que es crítico en las de propiedad familiar. Lo importante es dar continuidad al liderazgo de calidad. A partir de la incorporación de la segunda generación, hay que compartir el liderazgo y para ello se requiere confianza, colaboración, objetivos comunes y metas compartidas.

En Grupo Puig, actualmente son dos miembros de la tercera generación, Marc Puig y Manuel Puig, los que lideran el consejo de administración. Marc Puig es, además, el CEO de la compañía. En el caso de Gestamp, la empresa multinacional española especializada en componentes metálicos para el automóvil, hoy lleva las riendas la segunda generación de la familia Riberas. Francisco José Riberas, presidente ejecutivo, trabaja mano a mano con su hermano Juan Maria Riberas, vicepresidente del grupo.

A veces, ya desde los orígenes, se opta por un liderazgo compartido, como en Borges, empresa familiar con más de 120 años de historia. Fundada en 1896 por el matrimonio Antonio Pont y Dolores Creus, en 1926 se incorporó a la empresa la segunda generación de la familia. Josep y Ramón Pont Creus, hijos de los fundadores, consolidaron la industrialización del grupo empresarial.

La tercera generación fue la encargada de iniciar la internacionalización, en la segunda mitad del siglo XX, que se ha consolidado con la entrada de la cuarta generación. Hoy estas dos generaciones forman parte del consejo de administración de Borges International Group, la marca corporativa creada en 2011 para agrupar todos los sellos del grupo. La familia propietaria ha pasado a ocupar posiciones de gobierno corporativo y ha profesionalizado la gestión del grupo, con la incorporación de David Prats Palomo como consejero delegado.

Para que funcione, las personas que comparten el liderazgo han de tener personalidades compatibles y entender el negocio de la misma manera. Pero, por encima de todo, han de tener unos valores comunes. No es casualidad que Borges destaque en su página web que el grupo se mantiene fiel a los valores que definen la trayectoria histórica de la compañía. Porque, en realidad, una empresa es mucho más que un líder. En mi próximo post profundizaré en esta idea.