Solidaridad ante la pobreza creada por la crisis

En la memoria del Consejo Económico y Social (CES) de 2011, presentada hace pocos días, se afirma que España ha sido uno de los países que ha registrado mayor aumento de población en riesgo de pobreza y exclusión social, habiendo pasado del 23,4 %  en 2009 al 25,5 % en 2010 (último dato publicado). En la presentación de esta memoria, el presidente del CES, Marcos Peña, describió la situación del país como “pavorosa”.

El pasado martes, el director de Cáritas Madrid, Julio Beamonte, todavía fue más lejos al afirmar que el nivel de pobreza que vive el país es comparable al que experimentaron naciones como España en la época de la posguerra o Alemania tras la II Guerra Mundial. Una afirmación que parece exagerada, a juzgar por la renta per cápita entonces y ahora, pero que se comprende en la visión de alguien que, como el Sr. Beamonte, está en contacto diario con la pobreza y que conoció estos periodos. Ciertas situaciones y “bolsas de población” pueden, en efecto, evocarle recuerdos de hace 60 años. Sea como sea, en el último barómetro del CIS (mayo 2012) un 28% considera su situación económica personal como mala (19,7%) o muy mala (8,3%) y el 50, 6% sólo regular.

La situación de pobreza, creada por la crisis y por el fuerte aumento del paro (cercano a los 5 millones, con una tasa que ronda el 24%), interesa mucho, y no sólo aquí. Fui preguntado por ello en una entrevista para un programa emitido por la BBC-Radio 4 el pasado domingo (disponible online: empieza a 13:30 minutos del inicio). Querían saber también qué hacía la Iglesia ante esta situación.

La Iglesia católica utiliza su autoridad para urgir a encontrar soluciones para actuar sobre las causas de la pobreza y facilitar la creación de empleo y, sobre todo, recuerda con frecuencia el deber cristiano de atender a los pobres. Hay también acciones caritativas de los fieles, que son quienes forman la Iglesia, que llevan a cabo ya sea de forma individual o a través de alguna ONG. Hay que añadir que muchas ONGs que tratan de aliviar la pobreza están vinculadas a congregaciones religiosas o son de inspiración cristiana. Pero la acción más visible es Cáritas, la organización asistencial promovida por la Iglesia católica, de lejos, la más importante del país. Su trabajo es ampliamente reconocido y muy valorado.

Algunos datos recientes pueden ayudar a comprender la gravedad de la situación, así como la labor de Cáritas. Se ha informado de que 11 millones de españoles están en situación de riesgo de pobreza y exclusión social y 30.000 personas no tienen hogar. Existen, además, 580.000 hogares sin ingresos. Según el último informe del Observatorio de la Realidad Social de Cáritas, esta institución, ha pasado de atender 370.251 personas en 2007 a 1.001.761 en 2011. En el último año, una tercera parte de las personas atendidas por Cáritas ha acudido en busca de ayuda por primera vez en su vida. La mayoría eran familias monoparentales y personas que viven solas, pero también acuden muchas parejas jóvenes con hijos, entre 30 y 44 años –una edad que debería ser productiva–, que apenas tienen ingresos y corren riesgo de perder su vivienda. Crece especialmente el número de personas que agotan sus prestaciones por desempleo. El informe también destaca que el 44% de las personas acogidas llevan, como media, tres o más años demandando ayuda de la institución.

Cáritas, la organización asistencial más importante del país, cuenta con una importante red cuyos nodos básicamente son las parroquias. Cada una de ellas tiene una sección local, que recoge y distribuye donativos. Además, contribuye a Cáritas diocesana, y ésta, a su vez, a Cáritas nacional e internacional. Su labor se centra, sobre todo, en ayudar a grupos vulnerables y a luchar contra la exclusión social, con particular atención a las personas sin hogar o sin empleo. Una parte importante de sus gastos  consiste en ayudas directas a personas y familias, mientras que otra parte, también significativa, se destina a proyectos de empleo y formación y, en menor cuantía, a mantener su red asistencial, social y familiar.

Cáritas se sostiene en gran medida gracias a donativos y suscripciones voluntarias (alrededor del 75%) y, en mucha menor cuantía, por subvenciones de las administraciones públicas a proyectos concretos, por la casilla del impuesto sobre la renta y por aportaciones de usuarios. A pesar de que los donativos han aumentado, Cáritas ha tenido que recurrir a vender parte de su patrimonio, aun sabiendo que arriesga su labor futura, ante la presente situación de emergencia.

La dedicación personal de muchas personas es también un gran activo de Cáritas. Cuenta con 60.000 voluntarios en toda España que dedican generosamente una media de dos o tres horas semanales de trabajo, en forma de atención personal, gestiones o cuidando de comedores sociales. Se ha dicho que, si se le asignara un pago económico a este trabajo, costaría unos 170 millones de euros anuales. En realidad, estos voluntarios aportan mucho más que valor económico: proximidad, comprensión y calor humano, y siempre con gran discreción.

Una última, pero importante cuestión, ¿qué fuerza interior mueve a Cáritas? Entre sus voluntarios hay no creyentes, pero pocos (menos del 4%, según el estudio que, aunque limitado, es el único existente hasta ahora). La mayoría de voluntarios están allí movidos por la fe y el correspondiente amor al próximo. Si la fe mueve montañas, también aquí está contribuyendo a mover la montaña de la pobreza creada por la crisis.

 

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2 thoughts on “Solidaridad ante la pobreza creada por la crisis

  1. Recientemente leí que La Fundación de la junta de construcción del Templo de la Sagrada Familia había realizado una aportación extraordinaria de un millón de euros. Fue la noticia más positiva en mucho tiempo. Esta cantidad es fruto de los beneficios obtenidos por las aportaciones de los turistas durante los años 2010 y 2011. La fundación ha preferido invertir este superávit en las personas que están sufriendo la crisis y en un proyecto jóvenes en paro presidida por el arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach.
    Una acción muy loable, pues una entidad que está acostumbrada a recibir, ha sido responsable y ética en la distribución de sus beneficios.

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