Inversor racional y emocional

Publicado en Expansión el 29 de octubre de 2008.

Toda la teoría financiera se basa en un supuesto: el inversor es un ser racional que trata de maximizar su utilidad (ganar dinero). Según esta hipótesis la bolsa no debería tener grandes bajadas, pues siempre habría un inversor racional, o muchos, que se percatarían de los bajos precios y la harían subir.

Esta hipótesis es solo parcialmente verdad, lo que puede ser la peor de las mentiras. ¿Es el inversor un ser racional? Sí. Pero también es emocional, sufre euforia y pánico y estas sensaciones afectan decisivamente a su comportamiento en los mercados. Es decir, puede haber periodos de comportamiento gregario, en el que cada individuo renuncia a su análisis de la situación y sigue a la masa… por lo que pueda pasar. Este comportamiento gregario se da habitualmente en situaciones de pánico o euforia. Y creo que ahora estamos en una de ellas y muy fuerte por cierto.

Los mercados los mueven inversores profesionales, que supuestamente son muy inteligentes. Esto último puede ser verdad, pero no por ello los inversores dejan de tener emociones, y esas emociones afectan a sus decisiones.

A todos los gestores de fondos profesionales (fondos de inversión, de pensiones, etc) les miden por sus resultados, comparados con los de la competencia. Supongamos que soy un gestor. Si sigo la corriente y hago lo que los demás (vendo o compro cuando todos lo hacen) mis resultados serán similares a los de los demás. Mi puesto de trabajo no correrá peligro. Sin embargo, si pienso que la bolsa ha bajado mucho y me decido a comprar, ¿qué puede pasar? Si acierto, me consagro como el rey de la gestión. Pero si me equivoco, me echarán pues habré sido el único estúpido y soberbio que, en contra de la opinión generalizada, me dediqué a comprar. Por tanto el incentivo para el gestor es claro, haz lo que los demás, no llamarás la atención y conservarás tu puesto de trabajo.

No quiero decir con esto que la caída bursátil sea totalmente injustificada y que la crisis actual no sea grave (muy grave me parece la crisis económica que nos está viniendo). Simplemente quiero apuntar que el comportamiento gregario agrava los efectos de la crisis; y también que los que nos dedicamos a las finanzas no somos el ser frío y racional que la teoría académica describe.