¿Político de partido o de Estado?

Artículo publicado en Expansión el 6 de marzo de 2011.

Nos quejamos con frecuencia de que los políticos están muy separados de la vida real, o de que no tienen experiencia para gestionar la administración pública, que representa la mitad de la economía del país. Creo que nuestro sistema político contiene los incentivos que llevan a este tipo de situaciones. Veamos.

Todo individuo intenta mantener su puesto de trabajo. El empresario aspira a vender más, crear puestos de trabajo etc, y si vienen mal dadas gastar menos para sobrevivir.

Al político le ocurre exactamente lo mismo. Intenta mantener su puesto de trabajo. ¿Qué debe hacer para ello? Sencillo. Seguir las indicaciones estrictas de su jefe, que es el que le ha nombrado. Y su jefe es el partido pues es el partido el que te incluye en la lista electoral. Si miramos el perfil de nuestros políticos, abunda el de los que han trabajado en el partido desde los 18 años, sin otra experiencia profesional externa. Muchos no han acabado carrera universitaria, cosa que en los 60, 70 y 80 aun podía entenderse, en el 2010, no se entiende.

Una vez elegido concejal, diputado, etc, tienen el problema de la doble lealtad: ¿dedico mi tiempo a servir al ciudadano? Por ejemplo, ¿voto en conciencia lo que creo que debo votar? Mal proceder, pues el partido te echará. Igual que te echaría la empresa si no haces lo que te piden. El proceder prudente es seguir dedicando mucho tiempo al partido, para escalar en las listas y que cuenten contigo para más altas responsabilidades. Es lo mismo que una empresa, pero aquí el incentivo está puesto para servir al partido y no servir al ciudadano que es el que te ha elegido para que le sirvas.

Al cabo de 20 años, eres un experto de lo que has hecho: dirigir un partido político. Lo sabes todo sobre cómo organizar un partido y quizá también sobre cómo ganar elecciones. Pero no tienes experiencia en cómo gestionar el país.

El otro requisito para mantener el puesto de trabajo es ganar las elecciones. Por eso el político, ha desarrollado la capacidad (de la que otros carecemos) de saber ver el efecto de sus decisiones en votos. El político no puede proponer soluciones buenas para el país pero que no ganan votos, pues perdería las elecciones, y su puesto de trabajo y además tampoco podría llevar a cabo sus planes de mejora. Por eso a la postre los incentivos están puestos para que actué muy a corto plazo, con el único objetivo de ganar elecciones y tener al partido contento.

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