Hace dos días me llegó el artículo [1] «El dilema con los hijos más jovenes» [1]de mi buena amiga Anusca Abel desde Uruguay, en el que muestra la dificultad del compromiso enterizo y para toda la vida, así como la influencia de los padres en ello.
Hoy se celebra San Valentín, un Santo real y valiente, un Obispo del siglo III que casaba personas en secreto en contra el emperador Claudio II el cual prohibía el amor y las bodas entre los humanos. Hoy esta fiesta se utiliza más bien como excusa para animar el consumo. Muchas parejas de enamorados celebrarán el día, pero … ¿cuántas de ellas están realmente comprometidas a seguir con la perseverancia y la valentía que requiere el amor verdadero? Y ¿cuántas seguirán juntas sólo hasta que cambien las circuntancias o las emociones?
Agustín, hijo de Ricardo está de novio y maneja fecha de casamiento para los primeros meses del año: «Estoy pensando si no me caso, simplemente irnos a vivir juntos. Prefiero no prometer nada. ¿Para qué voy a dar mi palabra si no sé si la cumpliré a través del tiempo?». Sabe que a su padre, ningún triunfo profesional, negocio exitoso, viaje, contacto o cuenta bancaria… [Leer el artículo completo] [1]