Despropósitos mecánicos

Os hago llegar nuestro último articulo publicado en La Vanguardia. ¡Espero vuestros comentarios!

Los ordenadores y aparatos tecnológicos de última generación nos entusiasman. El desarrollo de nuevas aplicaciones facilita nuestra quehacer diario, la comunicación, ordena la agenda y nos permite acceder a la información. Son juguetes que… [Haz clic aquí para seguir leyendo]

Recibe el blog de NCH en tu buzón

11 Comentarios

  1. Maria José Blázquez

    Decís en el artículo: «Los niños tienen su propia dignidad y sus derechos son de igual rango que los de los mayores», yo pienso que sus derechos no son comparables con los de sus padres o progenitores, en cuanto que seres indefensos. Ellos no escogieron venir al mundo, no pusieron los medios para su concepción, por tanto la responsabilidad es de sus padres que si lo hicieron, es por ello que sus «derechos» son menos cuestionables que los de sus padres, tienen respecto de estos un rango superior y es a estos a los que les corresponde velar y actuar para la maduración física, intelectual y afectiva de los niños.
    Como pensar en tener un mundo mejor si se elude o no se valora en su medida, la responsabilidad de hacer de los niños personas humanas, que puedan y sepan responder a las preguntas:
    ¿Qué eres? : un hombre /una mujer
    ¿Quién eres? : una persona concreta

  2. Maruja Moragas

    Hola Mª José!
    ¡Muchas gracias por tus comentarios! Cuando afirmamos que «los derechos de los niños son del mismo rango que el de los padres» queremos decir que todos los seres humanos tenemos los mismos derechos seamos pequeños o mayores. Otra cosa es que estemos en distinta situación: los mayores tenemos más recursos y poder, por lo que debemos cuidar y proteger a niños, abuelos o enfermos. Es decir, a los más débiles. Es nuestra obligación.
    Pero, además, si esos niños son nuestros hijos, la responsabilidad es altísima. Como dices, los hemos traído al mundo y somos responsables de educarles y formarles potenciando su desarrollo en todas sus facetas. En el artículo queríamos señalar también algo diferencial: son los niños los que tienen derecho a tener padres y no nosotros a tener hijos. No son muñecos, sino personas que precisan padre y madre que les quieran y les ayuden en su propia construcción identitaria, que es lo que señalas tú de forma indirecta. Es lo más básico, y con eso no se juega.
    Un abrazo,
    Maruja

  3. Maria José Voltes

    Os felicito por vuestro artículo, y tomo al pie de la letra el título del mismo… y como anécdota casi al revés del fondo que planteais, me he encontrado con un manual de instrucciones de un triciclo para niño pequeño, en el que indicaba : \Este juguete debe ser montado por un adulto capacitado\.
    Y me quedé pensando \¿capacitado para qué?. Es decir que ahora la tecnología más básica nos capacita e incapacita con una ligereza importante, y además nos lo dice con todas las letras.

  4. Juan Diego Oliver

    Querida Nuria,
    Estoy totalmente de acuerdo contigo, y añado que los niños tienen el derecho (natural) de integrarse en una familia natural (según señala la ley y la biología natural), sin peripecias ni rodeos, donde puedan ser queridos, motivados y educados… Nuestros niños/as serán nuestros hombres y mujeres del futuro, por tanto no son reemplazables por partes mejores (ahora mismo forman parte del venturoso mañana), y ese futuro es el que la humanidad, con sentido humano, ha de desear y vislumbrar (con lógica natural), y empezar ahora poniendo en ellos su amor y esperanzas

  5. Javier Companys

    «Pero todos podemos humanizarnos más», reza el final del artículo.

    Año 1982; lugar Colegio de economistas de Catalunya; ocasión, conferencia impartida por el economista Román Perpinyá Grau ( 1902, Reus 1991) , con ocasión de ser honrado como Colegiado de honor.

    Inconmesurable y casi apológética conferencia , «Economía , raó i vida»( hasta su muerte conservé el manuscrito dela misma que me dio, y lo pasé al Colegio de Economistas, para su publicación ( Sin éxito), Heterodoxa en el entorno de los oyentes de entonces (a los 80 años no hay ataduras para la lengua) me ha viene con frecuencia su lema final, copiado de un clásico griego ( Román les leía en su lengua) que fue nombrado por ello sabio: «Nada en exceso».

    Y también lo que declaró en alguna una ocasión: que le desagrada «el sentido económico del mundo, en el que imperan el placer y el dinero».

    Me pregunto si nos estamos pegando un fuerte resbalón, por dar primacía a lo material y además, hacelo sin medida.

  6. javier ruiz moreno

    Nuria,

    Gran contenido el del artículo ‘Despropósitos mecánicos’. Me sorprende favorablemente la valentía de vuestros argumentos, tanto a nivel familiar como empresarial. Claramente falta humanización en ambos ámbitos (familia y empresa); y claramente sobra materialismo. Quizá está la sociedad a punto de alcanzar un punto en que lo más conservador sea ser materialista; y lo más revolucionario sea defender la humanización en la familia y en la empresa.

    Gran mensaje el vuestro, escrito necesariamente en los límites de la extensión del artículo.

    un saludo cordial,

    javier ruiz moreno

  7. Carme Escudero

    Os felicito a las dos por este artículo. Me ha parecido muy acertado el último párrafo con las tres meditaciones al título que nos ocupa:
    «1) Reconocimiento de los despropósitos;
    2) Aprender de los errores,y
    3) Regenerar cualquier organización humana requiere la mejoría de quienes las componen».
    Mi pregunta y reflexión: ¿ estamos dispuestos a responder a estos tres puntos que son la base del cambio? o ¿ es más cómodo dejarse llevar, o como bien catalogáis, tratarlos como una función más, sean nuestros hijos o nuestros empleados?
    Dejo una puerta abierta a todas las respuestas por seres humanos que formamos esta composición que es ser : padre, madre, empresa,…
    Os deseo un feliz verano a todos.

  8. Buenos días a tod@s,

    Los aparatos mecánicos han servido en gran modo para esclavizar a los trabajadores y trabajadoras y que unos pocos se enriquezcan desmesuradamente. Muchas de las utilidades que presentan son totalmente superfluas y/o inútiles.

    Creo que más o menos el 10% de la utilización de los aparatos mecánicos es realmente aprovechable y útil. El resto es consumo de recursos (tiempo, dinero) y contaminación ambiental en su producción y residuos tras su uso.

    El considerar a la persona como un instrumento productivo más, es un desorden moral que denigra al que lo padece asi como al que lo causa.

    Un cordial saludo,

  9. Cristina Álvarez

    Coincido con Carme Escudero, interesantísimo el contenido del último párrafo de vuestro artículo. Muchas gracias a las dos.
    En mi opinión, e intentando aportar algo a la cuestión que plantea: la prepotencia es la gran enemiga que nos puede llevar a incapacitarnos para: 1) reconocer nuestros despropósitos; ergo, 2) aprender de nuestros errores; ergo, 3) la regeneración como consecuencia de nuestro proceso de mejora/crecimiento; y, – me permito añadir-, ergo, 4) gracias a esa mejora, ser feliz y contribuir a que los demás también lo sean.
    Dicho de otra manera: tenemos que luchar,- nos cueste tanto o cuanto-, por ser humildes. Y es que si no, nunca aprenderemos de nuestros errores; lo que no impedirá que podamos ser muy listos, pero nunca sabios, nada más y nada menos…

  10. Una vez más, enhorabuena a las dos por vuestros escritos cuajado de sentido común y con toques acertados de cincel que invitan a una profunda reflexión. «Nadie cambia lo que no ve». Sin duda alguna es una gran certeza. Para ver lo que hay que cambiar es preciso mirar, prestar atención, analizar, evaluar (¡evaluarse!) y fijarse objetivos, que sólo podremos alcanzar si pensamos qué medios vamos a poner para conseguirlos. Y no olvidemos que la empresa más rentable es la familia.

  11. ¡Enhorabuena! Nada que añadir.
    Se trata de una tarea fascinante y ardua: recuperar los derechos inviolables de la persona y continuar promoviendo líneas de educación en este sentido.

Entradas recientes