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¿Quedarse o marcharse?

¿He conseguido mis objetivos personales y profesionales? ¿Me gustan los valores de mi empresa? ¿Me gusta mi trabajo, mis compañeros, mi jefe? ¿Puedo conciliar mi vida laboral y familiar? ¿Dónde me veo dentro de 3, 5, 10 años?

Estas preguntas son las que deberíamos hacernos de vez en cuando en nuestro trabajo. Mi amiga Nekane Rodríguez de Galarza, DG de Lee Hecht Harrison Spain y antigua PDD del IESE, nos lo recuerda en su último post sobre crisis y satisfacción laboral (ver aquí [1]).

En los tiempos actuales en España todos somos más conscientes de que tener trabajo es una bendición, pero está claro que no siempre es así. Las causas de la insatisfacción laboral pueden ser objetivas (jefes tóxicos, entornos negativos, poco o mucho trabajo, estrés), pero pueden ser temporales y eso requiere paciencia, esperar que pasen, y cerrar la espiral negativa, no incrementando el malestar con nuestro comportamiento y actitud.

Como dice Nekane, hay que luchar por aportar todo el valor y no perder el tiempo sufriendo sin necesidad: no deberíamos sentirnos “prisioneros de nuestro trabajo”. No hay que quedarse atrapado por los propios miedos sin hacer nada por un cambio, empezando por uno mismo.

Pero, como repetimos al debatir casos de trayectorias profesionales, tampoco se trata de precipitarse. Hay que poner racionalidad en el proceso, de modo que la marcha no sea una simple huida emocional hacia adelante, antes de tener un diagnóstico completo de la situación. ¿Por qué no tengo un buen encaje con la organización? ¿Qué parte del problema es el entorno externo o interno?¿Qué parte es mi falta de competencias o mi actitud o mis rasgos de personalidad?

Este video puede ayudarnos a iniciar el proceso de reflexión sobre nuestra realidad actual.
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