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El arte de liderarme para liderar

Como decíamos en un post anterior, [1] para liderar a otros hay que liderarse primero uno mismo. Y liderarse requiere, en primer lugar, tener un porqué para vivir, una misión, un propósito, un objetivo en esta vida. En segundo lugar, visualizarlo y hacer actos concretos para conseguir ese propósito u objetivo, porque todos los futuros se construyen desde el presente. Cuanto más esfuerzo pongamos en conseguir lo que nos proponemos, más valor tendrá y más felices seremos al conseguirlo, porque todo lo que tiene valor, cuesta un esfuerzo. Pero luchar… hasta cuándo? Frente a la cultura del mínimo esfuerzo, “hay que luchar hasta el límite por aquello que nos hemos propuesto en la vida» (tal y como dice Jesús Alcoba en su post). [2]

En dos semanas impartimos en el Campus de IESE en Madrid el programa enfocado «Liderarme para liderar» (link al programa) [3], donde ayudamos a los  participantes (directivos de diversas organizaciones) a liderarse a sí mismos para poder liderar mejor a sus equipos.

Empezamos con un diagnóstico de competencias de liderazgo de 360 grados de cada participante, donde se muestra el grado de su desarrollo de 30 competencias (estratégicas, intepersonales e intrapersonales), así como su comparación con el grado de desarrollo de la media de los directivos que han pasado por nuestros Programas Directivos. El coach personal ayuda  al participante a interpretar los datos, a mejorar su autoconocimiento y a hacer un plan de mejora motivante y enriquecedor. Tras los dos primeros días de sesiones, viene el mes de puesta en práctica de lo acordado. Finalmente, tenemos un día más presencial con otra sesión de coaching para seguir con el proceso de mejora iniciado por cada participante.

Como bien describe mi colega Sandalio Gómez en este artículo [4], los 7 vicios del líder empresarial, los líderes deben ser humildes. Muestras de humildad son conocerse, y aceptarse como uno es, valorar y respetar y escuchar a los demás, conocer el límite de sus fuerzas y no creerse superior a los demás, rodearse de talento, pedir consejo, aprender de los demás, rectificar cuando uno se equivoca, vivir con la mente abierta siendo flexible, compartir, pedir ayuda, saber delegar, tener empatía, y otorgar éxito y reconocimiento a quien corresponde.

Muestra de humildad singular en su liderazgo, como maestro que es, tenemos al director de orquestra Riccardo Muti, explicando en este vídeo las claves de la dirección de orquestas, una de las profesiones más difíciles que existen, por implicar al mismo tiempo la voluntad de tantas personas… En sacar de las almas de los músicos sus propias emociones para «hacer música», se ve claramente el paralelismo con “el arte” de liderar personas en las organizaciones. En el segundo vídeo aparece también su competencia como líder social en un momento inesperado cuando le piden un bis tras haber dirigido Nabucco de Verdi en un teatro de Roma.

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