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«Dress code» en la empresa: entre Apolo y Dionisio

Los códigos de vestimenta de las empresas o dress code profesionales pueden llegar a ser muy rígidos en empresas de consultoría y banca. En alguna de ellas, como es el caso del banco HSBC, se detalla hasta el tamaño de los bajos de los pantalones, el tamaño de la falda, el color de los calcetines, los colores permitidos para los trajes, el tipo de joyas, de peinado, de maquillaje…

En otros casos, como el de empresas creativas o tecnológicas, se deja libertad total a los trabajadores. Llevando la informalidad hasta el extremo, Google llegó a pedir un día a sus empleados que acudiesen a trabajar en pijama…

En el punto medio estarían la mayoría de compañías, si bien en muchos casos actúan en este tema más por reacción ante situaciones no deseadas que de modo proactivo como parte del proceso de bienvenida y socialización.

Como nos comentaba en la última sesión del Women’s lobby del IESE la Dra. Reyes Calderón, quien fue decana de la Facultad de Económicas de la UNAV, escritora de varios best-sellers, consejera y madre de 9 hijos, se trata de unir Apolo yDionisio. Apolo sería la simetría, el orden, lo racional, la marca de la empresa. Y Dionisio representaría el caos, lo subjetivo, lo pasional, la creatividad y el rasgo propio que da lugar a nuestra marca personal.

De Apolo aprendemos que estamos en una empresa que tiene una imagen determinada, sin rostro, y que es un espejo público que nos mira (jefes, trabajadores, clientes, colegas), yque también es un espejo para uno mismo.

De Dionisio tenemos que aprender a ser nosotros mismos, auténticos, porque así podemos aportar valor e innovar en la empresa. Cada uno tiene una relación única con la belleza y la propia identidad, que se mantiene a lo largo del tiempo. Pero hay que buscar la elegancia, una ciencia tan complicada que es un arte. Pero la vestimenta no es lo único que marca la elegancia. También lo hace el porte, la simpatía, los gestos, la conversación, el perfume…

Para ser elegante hay algunas claves: uno tiene que ser auténtico, no ir ni sentirse disfrazado, pero tampoco ser neutro o uniformado, sino transmitir sosiego y confianza con la propia personalidad. La elegancia no responde a la necesidad de ser aceptado («porque todo el mundo lo hace, tengo que vestir así»). La elegancia es capaz de añadir valor. De hecho, el valor se lo añade uno mismo a la vestimenta. El vestido no nos debe hacer sentir inseguros ni ser molesto, sino que debe transmitir simpatía y paz. La ropa que llevamos muestra quiénes somos más de lo que nos pensamos: «lo que no se cuenta, se huele».

Del encuentro entre Apolo y Dionisio saldría el Arte, según Nietzsche. Habrá, pues, que alinearse con el dress code de la compañía (Apolo), pero ser uno mismo en todo momento (Dionisio) y encontrar así la auténtica belleza, que es capaz de seducir y consolar, de unir y reconciliar….

Aquí tenéis el texto [1] del artículo escrito por Reyes Calderón con su Decálogo para la revista Telva. Y aquí el vídeo para que la podáis disfrutar.

Aquí el power point de la conferencia «El vestido como perfume del alma»: Presentación (PPT) [2]

Imagen de previsualización de YouTube [3]