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Procrastinación: «Ya lo haré mañana»

procrastinacion 2Procrastinación, del latín procrastināre, es un anglicismo que se ha puesto de moda reemplazando palabras como aplazar, andar con dilaciones, diferir una decisión... Es inherente al ser humano la tentación continua de dejar cosas para otro momento.

Primero, está claro que no todo lo podemos hacer en un primer momento.

Segundo, esperamos actuar y recibir gratificación instantánea y, si prevemos que esta se retrasará, optamos por dejar la tarea para otro momento. Cuesta arrancar. La pereza es humana. Más abajo podéis ver en uno de los videos cómo una economista por la Universidad de Navarra [1] explica en una breve charla –TEDx– que es posible usar la pereza como motor

Pero no nos anticipemos. Ya Aristóteles hablaba de la akrasia, o debilidad de la voluntad, cuando descalifica a Platón, que creía imposible obrar en contra de lo que la razón ha definido como justo. Aristóteles, sin embargo, ve que la razón es perturbada por las pasiones. Se trata de la voluntad que no ha permitido actuar. Nuestros impulsos pueden hacer que nuestra voluntad se mueva en sentido contrario de lo que nuestra razón nos dicta (cumplir con una obligación, un horario, etc.), o hacer que nuestra voluntad no se mueva en absoluto. Santo Tomás de Aquino explica, dando un paso adelante, la debilidad de la voluntad del procrastrinador por el modo en que sus pasiones  le inclinan, y el dominio racional del diligente, cuya razón posibilita la resistencia de la voluntad.                          

Dice Enrique García-Máiquez en un artículo en Nuestro Tiempo -que podéis leer aquí [2]:

“El hecho de que la palabra [procrastinación] haya intensificado en los últimos tiempos su presencia responde a dos motivos, uno psíquico y otro sociológico. El primero es que, como subraya George Ainslie, la procrastinación no es más que la otra cara de la impulsividad. Quien hace en todo momento lo que quiere, deja de hacer lo que quiso. Esas voluntades zapping, diríamos, van saltando de una actividad a otra a golpe de clic. Como ahora abundan (quien lo probó lo sabe), la procrastinación se ha vuelto el último grito. El segundo motivo es sociológico: cada vez tenemos más trabajo, menos tiempo, más gadgets, menos autonomía. A menudo, la procrastinación es la única válvula de escape a una presión múltiple.”

Pero, como explica Piers Steel, autor de The Procrastination Equation, los procrastinadores son menos felices. La razón está en los remordimientos que sentimos al posponer las decisiones importantes sobre nuestra salud, educación y carrera profesional. Además, mientras tú dejas algo para mañana, hay gente que lo estaba esperando para hoy: procrastinar le hace más difícil la vida a tus compañeros de trabajo, a los miembros de tu familia,  porque les obligas a estar pendientes de ti.

Este divertido vídeo nos muestra de forma muy gráfica e irónica las muchas actividades, llenas de buenas intenciones, que en nuestra vida comenzamos y tantas veces dejamos a medio hacer: nos apuntamos a un gimnasio, y no vamos… Empezamos un escrito que no terminamos… Nos compramos un instrumento musical que abandonamos luego… Ideamos la solución de un problema para terminar olvidándola en un cajón…

Imagen de previsualización de YouTube [3]

Por último, os animo a ver esta TEDx sobre la pereza como motor del mundo, de Raquel Sánchez, economista por la Universidad de Navarra. Nos ayuda a dar la vuelta a ese defecto tan humano que todos encontramos alguna vez en nuestro camino a las grandes decisiones (e implementaciones) o a las simples y repetitivas tareas de cada día:

Imagen de previsualización de YouTube [4]

Bueno, parece quedar claro que se impone una buena dosis de disciplina, ¿no?