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«Mi vida por tu libertad»

Acabamos de celebrar el día de la Virgen de la Merced, co-patrona de la ciudad de Barcelona (junto con Santa Eulalia). Esta fiesta conmemora la fundación de la Orden de los Mercedarios (link [1]). Cuenta una piadosa tradición que la Santísima Virgen se apareció la misma noche al rey Jaime I de Aragón, a San Raimundo de Peñafort y a San Pedro Nolasco, pidiéndoles que instituyesen una Orden con el fin de liberar a los cristianos cautivos de piratas musulmanes en el s.XIII. En recuerdo de este hecho se creó esta fiesta, que el Papa Inocencio XII extendió a toda la Cristiandad en elsiglo XVII.

Esta orden tiene como característica un cuarto voto, que es el de entregarse ellos mismos como esclavos para salvar de la esclavitud (y de la muerte) a otros que estén a punto de perder la fe. San Ramón Nonato, San Pedro Armengol y San Serafín, son tres santos mercedarios que dieron su vida por la libertad de sus hermanos, una acción heroica. El culto a la Merced se extendió por Europa y Latinoamérica en la Edad Media donde se construyeron cientos de templo. Hoy vemos cada día cómo el mundo vive preso de otras cautividades no tan evidentes como unas cadenas o unos barrotes, pero sí igualmente atenazadoras. Muchos cautivos del mundo moderno ni siquiera saben que lo son…

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Y la propia libertad vivida como don egoísta e individual puede ejercer de prisión también. Por ejemplo, en la educación que se da a nuestros niños y jóvenes, para que alcancen la máxima felicidad, sea lo que sea lo que ello signifique, siguiendo sus deseos. O en los sueños que fomenta la comunicación globalizada, de mundos mejores que otros, que movilizan a cientos de miles de personas en busca de ese mundo mejor. Son libres de embarcarse en pateras por el Mediterráneo o de cruzar cordilleras con todo a cuestas. O en ese consumismo compulsivo del «lo-quiero-aquí-y-ahora …» (Podéis leer más en este interesante artículo [3]). Pero esa libertad se mueve tras un reclamo fundamentalmente falso: lo que ofrece lo niega. Lo muestra, pero lo retira antes de que se alcance.

Ya lo dijo Mark Twain sobre otra de las grandes manipulaciones de la libertad que tenemos que sufrir en el mundo actual, la llamada posverdad:

[4]Como la ya casi milenaria orden de la Merced, seamos todos sembradores y cultivadores de paz y esperanza en este mundo cada vez más convulso e incierto.