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De sistemas y personas en las organizaciones

No debe haber una brecha salarial entre hombres y mujeres, y en Google trabajamos para evitarlo. Los salarios son propuestos por un algoritmo donde el sexo no forma parte de los datos que maneja. Sí se considera qué puesto tiene, qué nivel, cuál ha sido su evolución, que objetivos tenía y qué es lo que ha conseguido. Es el propio algoritmo el que propone las subidas salariales y el esquema salarial de cada empleado cada año”.

Fuencisla Clemares se refiere con estas palabras de la semana pasada al uso de sistemas para luchar contra la brecha salarial, uno de los problemas más analizados en los últimos tiempos, pero aún más en la actualidad, de manera especialmente visceral, quizá. Hace un par de meses, cuando estuvo en IESE en una edición de nuestros Inspiring I-WiL Breakfast, la directora general de Google (España y Portugal) ya nos hablaba de la enorme preocupación que les moviliza en el gigante tecnológico para conseguir esa medida de elemental justicia, y afirmaba que los procesos formales han sido creados y son implantados en su mayoría por hombres, de ahí la necesidad de conocer su sesgo inconsciente y el nuestro, y no dejar que nos domine o dirija (Leer más [1]).

En Noviembre, la multinacional de servicios de hostelería Sodexo celebró un Congreso sobre Calidad de Vida [2] y analizó el papel de las personas en la era de los algoritmos. Su director general, Michael Landel,  destacó que las personas deben seguir siendo el centro del pensamiento. Como ha dicho Fuencisla Clemares, a pesar de ese algoritmo que usa Google para ajustar los salarios de ellos y ellas, hay que estar encima, comprobar de vez en cuando los posibles desajustes y el resultado en la vida real: «Pese a todo, la compañía dispone de grupos de personas que se encargan de analizar si se está produciendo o no una diferencia salarial entre hombres y mujeres», resume El País [3].

Porque una cosa son los números y sus fórmulas, y otra las personas que las usan.  El directivo debe tener la última palabra. Pero las personas también presentan «desajustes y variables», sus propios criterios y preferencias, además del consabido sesgo inconsciente contra el que luchamos de continuo. Es, pues, fundamental conocernos y ser capaces de liderarnos para luego liderar a los demás, porque no solo son necesarios los sistemas para dirigir -como hemos visto en este post-, sino también los valores y los estilos directivos, que vamos a tener ocasión de trabajar aquí en IESE, en nuestro Programa Enfocado Liderarme para liderar [4], que tendrá lugar en Barcelona los días 14, 15 de marzo y 16 de abril de 2018.