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Hora de decidir, ¿qué dice tu intuición?

Cuando los directivos aprenden a tomar decisiones, se enseña que hay dos componentes a tener en cuenta: el analítico y el intuitivo. Sin embargo, se suele insistir más en el desarrollo del proceso racional: cómo recabar información correcta, cuándo reconocer si se tienen los datos suficientes o si es preciso reevaluar las fuentes, qué criterios aunar para incrementar las opciones de éxito, etc.

Este análisis racional, no obstante, solo llega hasta cierto punto y, a partir de este, es la intuición la que guía el momento último de la decisión. Es la que determina qué opción escoger entre dos alternativas aparentemente iguales, acelera el proceso decisorio y, en el caso de que los datos sean insuficientes, permite al individuo decantarse por uno u otro camino.

Confía en tu intuición en la toma de decisiones

La intuición podría definirse como un proceso de conocimiento real, común a todas las personas que se alimenta de la información inconsciente que el cerebro va absorbiendo de manera constante, y que se manifiesta en forma de impresiones, imágenes y sensaciones. Esta capacidad, por ejemplo, permite a un experto marchante de arte distinguir a primera vista una obra original de una burda imitación.

A partir de la definición anterior puede determinarse que la clave para mejorar el proceso intuitivo radica en la práctica y en el trabajo con la información inconsciente de la que se alimenta nuestra intuición.

Explota tu capacidad de intuición con el Método HAD

Isabel García-Méndez ha desarrollado el método HAD (de: Higiene mental, Ampliación de información y Desconexión de la conciencia) para desarrollar la intuición y mejorar su efectividad a la hora de tomar decisiones. Explicada en una nota técnica conjunta con el profesor del IESE Roberto García-Castro, el método HAD señala una estrategia con tres pasos a seguir para lograrlo: higiene, ampliación y desconexión.

La ecuación sería entonces H + A + D = PI, donde H sería la “H-igiene mental”, A la “A-mpliación de información”, D la “D-esconexión de la conciencia”, y PI el “P-roceso I-ntuitivo”.

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1. Higiene mental

Este primer paso requiere realizar una autoevaluación rigurosa que permita identificar y eliminar los sesgos y los frenos que limitan la intuición durante el proceso de toma de decisiones.

Dichas limitaciones tienen tres consecuencias principales: paralizan la entrada de información, ya que impulsan a hacer juicios antes de tiempo; conducen a conclusiones erróneas al recopilar información de forma perversa o maliciosa; y provocan que la intuición no se tome en consideración, porque ponen en funcionamiento ciertas áreas del cerebro que se activan siempre que se producen situaciones de alarma.

La mayoría de los expertos reconoce el peso que tienen estos sesgos, y propone diferentes técnicas para corregir las desviaciones. Ahora bien, aunque imprescindibles, éstas no son suficientes para garantizar la efectividad en la toma de decisiones intuitivas. En la mayoría de los casos, será necesario profundizar en el segundo componente: la ampliación.

2. Ampliación de información

Esta segunda fase permite aumentar la cantidad de información inconsciente sobre la que trabajará después la intuición y estimular el cerebro para que pueda procesarla mejor y de manera diferente. Esta fase de ampliación se desarrolla en cuatro estadios:

  • Actitud. Por lo general, la memoria solo registra la última sensación de todas las experiencias que se viven, lo que puede entrañar cierto peligro. Y puesto que no es posible controlar qué parte de la experiencia va a almacenar el cerebro, el método HAD aconseja que se trate de vivir cualquier experiencia con la mayor carga positiva posible.
  • Percepción. La información se absorbe a través de los cinco sentidos, por lo que la forma más indicada para incrementar su capacidad es estimulando los canales sensoriales por los que el cerebro la recibe: vista, olfato, oído, gusto y tacto. Grosso modo, los sentidos son a la intuición lo que el razonamiento es al análisis.
  • Ambicerebralidad. A continuación, es importante acostumbrar al cerebro a procesar la información y a trabajarla mejor potenciando las dos formas de conocimiento: la lógica y analítica, y la abstracta y asociativa. Recurriendo a la conocida imagen de los dos cerebros, este proceso requiere aunar los hemisferios derecho e izquierdo (ambidextralidad).
  • Análisis. La intuición debe situarse en el mismo nivel que la razón, ni por encima ni por debajo. Un buen proceso intuitivo requiere que se realicen análisis racionales previos y posteriores: previos como base para realizar un buen trabajo de investigación y recopilación, y posteriores para tamizar y argumentar las respuestas intuitivas.

3. Desconexión

El tercer paso, la desconexión, resulta necesario para obtener acceso a la información inconsciente a la hora de tomar una decisión. Las neuronas están en continua conversación, por lo que resulta fundamental desconectar el consciente y silenciarlas para poder oír la voz interior que se nutre de todos los datos inconscientes acumulados y que se manifiesta en ese momento “¡eureka!”.

Para llevar a cabo esta tarea de desconexión, resulta imprescindible que todo el trabajo previo se haya hecho correctamente. Después, es necesario decirle al cerebro que busque la respuesta y desconectar haciendo otra actividad completamente distinta. Tras este proceso, la parte intuitiva nos dará la solución.

 

La toma de decisiones intuitiva es, por lo tanto, un trabajo sucesivo y que, como todo, requiere práctica para poder alcanzar los resultados más satisfactorios. Una práctica que te brindan los programas de formación para directivos del IESE a través del método del caso. Tras debatir decenas de casos, los participantes salen del aula siendo capaces de tomar decisiones no solo de forma intuitiva, sino también de forma más efectiva.

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