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Crisis: mirando hacia adelante

Ya llevaba algunos años pensando en que mi destino pasaba por tener un blog que facilitara mi comunicación con amigos, ex alumnos, participantes en Programas y colegas, pero en los últimos meses y con los proyectos que tengo por delante, esto ha acabado siendo una necesidad perentoria a la que por fin estoy poniendo patas. Y me gustaría iniciar el blog con el tema de la tan traída y llevada crisis-oportunidad que estamos viviendo/sufriendo.

Si algo bueno tiene cualquier crisis (económica, social, política, familiar, personal o espiritual) es que nos obliga a cuestionarnos las cosas. Evita la modorra y el acostumbramiento, nos obliga a volver a lo esencial. Hace posible que podamos hacer algo mejor que adaptarnos al cambio: adelantarnos y ser agentes del nuevo cambio necesario.

La sesión de continuidad del IESE del lunes sobre cómo sería la empresa del 2020 aglutinó lo más granado de la clase empresarial. Los tintes negros del análisis económico arrojaban también algunas luces: las empresas capaces de internacionalizarse lo tendrán más fácil, es un gran momento para aquellas personas e instituciones con liderazgo en valores tales como integridad, confianza y cultura del esfuerzo. La productividad, nuestro talón de Aquiles es a la vez el gran reto para rediseñar de una vez por todas la organización del trabajo de forma más flexible y eficiente.

Al mediodía el Nobel de Economía Paul Krugman [1] en Madrid, dentro de la jornada Innovae [2], destacaba algo que por la mañana también se dijo en el IESE: una enfermedad grave no puede demorar el tratamiento. Y eso es lo que le sucede a Europa, especialmente a España, ni más ni menos.

La reserva Federal americana ha sido más rápida y por ello más eficaz que el Banco Central Europeo. Y es que Europa carece del liderazgo y de las instituciones que sean capaces de llevar adelante esta acción dolorosa, importante y necesariamente coordinada para todos sus Estados miembros.

Según el Nobel, el estado del bienestar no es la causa sino el paliativo de la crisis, pero hay que actuar ¡ya! En el IESE, Antonio Argandoña [3], Xavier Vives [4] y Pedro Videla [5] dejaron también entrever esta debilidad e insistieron en que además debe ser la sociedad civil la que se organice y trabaje para afrontar esta situación. Dura reflexión. “No podemos esperar a que nos resuelvan las cosas desde fuera”.

El pinchazo de la burbuja inmobiliaria en nuestro país ha dejado patente una gran debilidad: nuestra bajísima productividad. Esta se mantenía así porque para el resultado final de la economía no era importante su mejora. Vivíamos en la especulación y con márgenes falsos de wonderland. Recordaba hace unos meses con el profesor Gay [6] como hace más de 15 años el antiguo decano del IESE, nuestro amigo y maestro Juan Antonio Pérez López, acostumbraba a decir que nuestra sociedad era como un barco yendo a toda máquina en dirección a la costa, y que no se sabía cuándo vendría el crack, pero que sería total.

La situación actual deja patente que ya nada será igual, al menos sobre las bases anteriores. Hay que reconstruir no sólo la confianza, sino también el funcionamiento y regulación del sistema. Como dijo Michel Camdessus [7] en la última Asamblea de Alumni del IESE, él ya propuso estas medidas cuando estaba en la presidencia del FMI, pero no prosperaron por el contrapeso político y de los bancos. A medio y largo plazo el trabajo se deberá centrar, pues, en una profunda regeneración moral como base del liderazgo necesario en el gobierno corporativo en todo tipo de instituciones y empresas.

Contando con que las medida técnica de urgencia –el saneamiento del sistema financiero- traerá asociadas muchas otras medidas y que la contracción salarial parece inevitable, cabe preguntarse no sólo cuándo saldremos de esta crisis sino cómo. La respuesta podría ser: ya que no seré más rico por lo menos quiero salir fortalecido, desarrollar competencias, ser más, ser mejor, ser más capaz de.

Las futuras generaciones necesitarán artillería moral, una mejor preparación para afrontar su vida y ser más en todos los aspectos. Por eso, otro liderazgo, no sólo no menos importante que el llevado a cabo por las instituciones y los CEO´S, sino básico para que éstos existan, es el de los padres y madres de familia que ejercen su rol con libertad y responsabilidad, ofreciendo a la sociedad el capital humano y social necesario para tener familias estables, que posibilitan empresas sanas y productivas y sociedades sostenibles.

La familia es el primer ámbito de socialización y red de apoyo incondicional, fundamental en momentos duros como los actuales. Alguien podría decir: pero bueno es que también ahí tenemos problemas: fracaso escolar, crisis de autoridad, filosofía del “todo vale” y “tengo lo que quiero ya”…. Es cierto, pero la ventaja es que eso ya no será posible ni sostenible, simplemente no existirá. Aquellos padres con hijos menores de seis años tienen por delante una gran oportunidad. La crisis será su aliado educativo para poner límites, para la sobriedad, para volver al sentido común.

En hacer más con menos las mujeres somos maestras. En economías más pobres como la africana y algunos países de Latinoamérica, así lo demuestran.  La realidad de los microcréditos y de las emprendedoras sociales es todo un ejemplo. Pero cuidado, no se trata de empobrecerse o conformarse, sino más bien de renovar una actitud ante el consumo inteligente y a la vez construir valor a través de la educación. Volver en la Secundaria a valores como el esfuerzo, la exigencia, la independencia de criterio, la iniciativa, y la excelencia; y en la enseñanza universitaria a un sistema de financiación y becas ligado a la excelencia con una buena conexión Universidad-Empresa.

Lo sucedido hasta ahora demuestra que vivimos en un ecosistema no sólo medioambiental, sino también humano en el que todas nuestras decisiones tienen impacto en los demás ámbitos de nuestra vida, pudiendo enriquecer o contaminar el aire que respiramos y que respiran quienes nos rodean. En nuestra mano está ser capaces de hacer la fotosíntesis con el CO2 que nos llegue en las relaciones diarias (en la familia, en la empresa, en la sociedad…), transformándolo en oxígeno que limpie el ambiente y devuelva la confianza, o seguir intoxicando la ecología humana.

Ha llegado, pues, el momento de dejar de ser espectadores o inconscientes del cambio que generamos con cada decisión y pasar a ser conscientes del protagonismo que nos toca vivir en cada situación. Avanti!