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Convivir en vacaciones

El mes de agosto es por excelencia en España el mes de las vacaciones estivales, cuando las familias pasan más tiempo juntas. De ahí el riesgo de empeorar y al mismo tiempo la oportunidad de construir mejores relaciones conyugales y familiares.

Como dijimos el pasado verano en el artículo «Vuelta al dominó [1]«: «La convivencia requiere de un mínimo plan de padres e hijos juntos, y unos hábitos que enseñar. Poco aprenderán a convivir si viven en familia como en un hotel, sin encargos ni responsabilidades. Si los niños y jóvenes no aprenden en casa, no sabrán convivir tampoco en la empresa, ni en la sociedad, ni aprenderán a salir de sí mismos para construir futuras relaciones de compromiso. La convivencia es una de las principales asignaturas pendientes de la sociedad individualista y consumista en que vivimos, en la que el ocio es consumo».

La fábula del puerco espín que podéis leer más abajo [2], puede ayudaros a empezar una conversación.

¡Muy feliz y merecido descanso!

Durante la Edad de Hielo, muchos animales murieron a causa del frío.

Los puercoespines dándose cuenta de la situación, decidieron unirse en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos, los que justo ofrecían más calor. Por lo tanto, decidieron alejarse unos de otros y empezaron a morir congelados.

Así que tuvieron que hacer una elección, o aceptaban las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra. Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos. De esa forma aprendieron a convivir con las pequeñas heridas que la relación con una persona muy cercana puede ocasionar, ya que lo más importante es el calor del otro.

De esa forma pudieron sobrevivir.

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Moraleja de la historia

La mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que cada individuo aprende a vivir con los defectos de los demás y a admirar sus cualidades