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La implicación del hombre en casa, resultados paradójicos

Un objetivo a conseguir para incrementar la igualdad de oportunidades en España y en la UE, es una mayor implicación de los hombres en el trabajo doméstico. Los estudios de la OCDE demuestran que las mujeres que trabajan fuera de casa invierten más que los hombres en tiempo de trabajo doméstico, incluso en los países nórdicos con largas tradiciones de políticas de igualdad.

Esta diferencia de implicación perjudica a la mujer, ya que se responsabiliza, en el caso de trabajar fuera de casa, de una doble jornada. La solución pasa por implicar más al hombre en las tareas domésticas y familiares.

La paradoja viene aquí: un reciente estudio de la UAB, Albert Julià y Sandra Escapa, en el estudio «Madres sobrecargadas» [1]dice que cuando más se implican los hombres en el trabajo doméstico, más lo hacen también las mujeres. Cuando ellos dedican más de 15 horas semanales, la implicación femenina crece por encima de la media.

El resultado es contraintuitivo, explican, ya que lo que parecía de entrada lógico es que la proporción fuese a la inversa -si el hombre entra en casa, la mujer aligerará sus cargas-, pero sucede justo lo contrario cuando la dedicación del hombre es intensa. El riesgo de sobrecarga de trabajo de estas madres es similar al de las que tienen un modelo de familia tradicional, en el que él trabaja fuera y ella no. De hecho, en este tipo de familia emergente, las horas dedicadas por la mujer al trabajo en el hogar duplican a las del hombre.

¿Cuál podría ser la causa de esta tendencia? Según los autores es la estrategia parental común, una estrategia emergente basada en la «inversión» en el hogar y, sobre todo, en la relación con los hijos. Familias que consideran que este tiempo dedicado aporta beneficios cognitivos y emocionales a los pequeños y que supone que padres y madres comparten actividades, sin dividirse las tareas.

La madre no se desentiende cuando el hombre se implica, sino todo lo contrario. Es una determinada construcción del proyecto vital. Se denomina parentalidad positiva, que enriquece a hijos y a ambos padres también.

Esta es una estrategia familiar emergente y no generalizada, ya que los padres denominados cooperativos en Catalunya se sitúan en torno al 12%. Es curioso como a veces las actitudes o estereotipos frenan esta participación, como comentaba en este artículo de The Guardian [2]la mujer de Nick Clegg, Miriam González.

Este paulatino crecimiento de padres cooperativos se observa en la vida escolar, con la mayor presencia activa de los padres en las reuniones y asociaciones de padres en la escuela. De nuevo el concepto ya acuñado de «parentalidad positiva», con una alta dedicación de ambos, donde en consecuencia se multiplican las actividades: Salidas, excursiones, asistencia conjunta a actividades extraescolares y también tareas estrictamente de la casa, por citar sólo algunos ejemplos cotidianos. Apostar por un construir un proyecto parental común no depende del número de hijos, ni de los recursos económicos, ni del tiempo disponible de cada miembro de la pareja, ni de una cuestión de edad. Es una apuesta por un determinado estilo de vida.

Sea como sea, la brecha entre hombres y mujeres se mueve lentamente en una sociedad con pocas facilidades para armonizar el trabajo y el tiempo personal.

En el actual contexto socioeconómico, desarrollar lo que se denomina una parentalidad positiva y de plena implicación choca contra las exigencias laborales. Ser un padre colaborativo requiere voluntariedad, pero también la oportunidad, y estas escasean. Esperemos que los poderes públicos atiendan las demandas cada vez más urgentes de la sociedad y las familias y decidan racionalizar los horarios y apoyarse en numerosas medidas de conciliación familiar en las empresas y en la sociedad. Hoy mismo he clausurado en la sede de CaixaForum en Madrid la VIII Gala de Premios a la Conciliación de la Vidal laboral, familiar y personal [3], que viene otorgando la Fundación Alares, [4] en calidad de patrona. Ha sido una fiesta de referentes y buenos ejemplos de empresas e instituciones varias en las que el liderazgo flexible y consciente se palpa. No se quedan en cumplir la ley, sino que hacen de la responsabilidad social y de la de flexibilidad cultura, cultivo, en cada decisión . Aquí tenéis el link [5]al vídeo de mi intervención.

Nuria Chinchilla es profesora de Dirección de Personas en las Organizaciones en IESE Business School. [6]