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Más matrimonios, más auge económico. ¡Y no al revés!

¿Qué es primero, elimages [1] huevo o la gallina? Dice el demógrafo y experto en estadística Roberto Volpi, hablando de la sociedad italiana, que el período de bonanza económica de los años sesenta coincidió con el de mayor índice de nupcialidad. La gente se casaba pronto, alrededor  de los 24-25 años las mujeres, quizá algo menos, 28 los hombres, y siempre en pleno vigor de sus facultades físicas, en la plenitud de su capacidad creativa, inventiva y reproductiva. 

¡Qué poco se ha investigado y escrito sobre esta relación! Tras aquellos datos, se llegó a la conclusión de que el boom económico tuvo como consecuencia casi automática el aumento de los matrimonios y de la tasa de nupcialidad. 

Asegura Volpi que se trata de un error de interpretación muy común y propuesto repetidamente: que la tasa de nupcialidad varía según el mayor o menor auge económico.

Hoy, cuando se ha llegado a mínimos históricos en el número de matrimonios también en España, podemos comprender que es justamente al contrario: es el matrimonio el que tira de la economía para arriba. 

Resulta increíble que no aprendamos la lección. Pero nos faltan miles de matrimonios para igualar nuestra media a la media europea, ya de por sí baja. También nos faltan medios de formación para las parejas que deciden dar el paso, si queremos llegar al nivel que han alcanzado las parejas del centro y norte de Europa, bastante más alto que el nuestro, y para fortalecer los matrimonios en las diferentes etapas. 

Desde el IESE ofrecemos un mini seminario (viernes tarde y sábado mañana) de puesta a punto para nuestra mejor empresa -nuestro matrimonio- sea cual sea la etapa en la que nos encontremos. Es el Me & You, el liderazgo es cosa de dos  [2].

En marzo (campus de Barcelona) y en abril (campus Madrid).html-icwf-meyou--bcn--mdr_02.jpg

¡¡Vale la pena!! 

Porque nos falta, en definitiva, el “hacer familia” que tan bien se nos daba hace tiempo. Y si no hacemos familia sólidamente implantada sobre el matrimonio, perderemos la capacidad de multiplicación del esfuerzo, la creatividad, la capacidad de cada uno; del deseo y la voluntad de riesgo y de hacer empresa.

El matrimonio es, asimismo, un multiplicador del consumo diversificado y de la calidad. De ahí que sea un error la tendencia actual de esperar a tenerlo todo para casarse.

Si la tasa de nupcialidad continúa descendiendo como parece que hace, aunque ojalá haya tocado fondo y comience a remontar, nuestras sociedades se quedan sin motor, sin gasolina para correr. Y, de hecho, ya no corren. Solo nos quedará resignarnos, concluye el demógrafo italiano, a continuar bajando. 

Hoy la institución matrimonial está fuertemente devaluada y desprestigiada, parece que “es suficiente con amarse”…

A pesar de un tímido repunte económico, nada mejorará sustancialmente si no comprendemos que es al revés: promocionemos el matrimonio (también entre nuestros empleados) y mejorará la economía!

Artículo original [3]