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¿Mujer=víctima, Hombre=agresor?

Cada mañana nos despertamos con debates sobre víctimas, agresores, derechos, denuncias falsas… Es sorprendente, por un lado, la cantidad de datos y cifras que se ofrecen, que no guardan relación unos con otros y que, incluso, se contradicen. En redes sociales como Twitter, asistimos a un baile de informaciones y desmentidos, de bulos desenmascarados, de comunicados y declaraciones.  Muchos nos preguntamos a quién creer, qué cifras son auténticas y cómo comprobar la veracidad de los datos. Con la postverdad instalada en todos los ámbitos y la facilidad de manipulación, ¿qué estudios podemos creer?

Con cierta frecuencia, recurren a mí algunos hombres que se sienten desprotegidos en el elemental derecho de ver a sus hijos, tras una o varias denuncias (a veces falsas) por parte de sus ex-mujeres (podéis leerlo en este post [1]). La cuestión es: ¿por qué no estamos tendiendo puentes -en un asunto de tan gran relevancia para todos como son las relaciones familiares- en lugar de romper tantas familias? ¿Qué estamos haciendo mal?

Hay un cierto feminismo que pone todo su esfuerzo en crear opinión social sobre la violencia intrafamiliar, llamándola violencia «de género», aunque luego solo refleje la ejercida sobre mujeres por parte de varones, ignorando que también hay casos -si bien, menos- de lo contrario, o incluso de menores asesinados tanto por sus madres como por sus padres. Podéis consultar más datos sobre violencia doméstica en general, en este artículo [2] de la eurodiputada Teresa Jiménez Barbat, donde presenta el estudio  sobre el impacto de la violencia de pareja en los hombres y en los niños, elaborado por Joaquim Soares, profesor emérito de la Universidad Mid Sweden, y por Nicola Graham-Kevan, psicóloga forense de la Universidad Central Lancashire, del Reino Unido.

Este feminismo radicalizado y exacerbado, avalado por la ley,  trata de reducir la cuestión al axioma mujer=víctima (que siempre dice la verdad) y hombre=malo por naturaleza (siempre agresor y mentiroso). Por si esto fuera poco, se intenta convencer de que la violencia que sufren muchas mujeres por parte de sus parejas está causada por el mero hecho de ser mujer. O sea, que un hombre mata a una mujer porque es mujer. Como recuerda el jurista Daniel García Pita-Pemán en esta Tercera [3] de ABC, la principal dificultad sigue siendo «probar que el agresor actuó por el hecho de ser mujer la agredida, y no que simplemente abusó como hombre de su mayor fuerza«. Incluso en el caso de no llegar a ser condenado, el denunciado ya tendrá antecedentes penales, habrá pasado al menos una noche en prisión, no podrá ver a sus hijos…

Un dato cuando menos sorprendente -y frecuentemente ignorado por la opinión pública- es que las estadísticas europeas reflejan que España es uno de los países de nuestro entorno con menor tasa de violencia sobre la mujer. Como la pregunta sobre feminismo que podéis  escuchar en este vídeo, ¿por qué no se esfuerza el feminismo institucional en ayudar a mujeres de países donde realmente las tasas de muerte son elevadas? ¿Quizá porque ahí no existen suculentas subvenciones?

Os dejo con este otro vídeo donde ya en 2016 se explicaba el entramado de ONG’s y Fundaciones que viven de esto.