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Not only #BlackLivesMatter

La mujer de la foto es Leslyn Lewis. Se presenta a las elecciones para primer ministro de Canadá, el país que inicia y abandera muchas de las campañas sociopolíticas de tinte progresista que inundan nuestras redes sociales. El actual titular, Justin Trudeau, suele estar en primera fila de las protestas. Leslyn es la primera mujer no blanca que aspira a la posición en toda la historia del país, tanto desde el partido conservador -al que pertenece-  como desde el progresista. Su adscripción al partido conservador le ha acarreado varios ataques directos e indirectos con tintes racistas y/o machistas. Ha sido repetidamente ignorada y desestimada en los programas de contenido político en los medios de comunicación de su país. Hay tres candidatos más, todos hombres y blancos. Parece que black lives matter…excepto cuando son conservadoras en políticas sociales. Podéis leer más sobre la señora Lewis aquí [1].

El movimiento #BlackLivesMatter (#BLM), dedicado a la protesta no violenta y la desobediencia civil, no es nuevo, ya existe de forma organizada desde 2013, cuando en 2012 un agente de policia asesinó a un adolescente negro en Florida. No surge de manera espontánea: tiene tres fundadores (Alicia Garza, Patrisse Cullors y Opal Tometi) y actualmente tiene capítulos en 30 países. Poco después de ese y otros asesinatos de personas negras, el movimiento se extendió a la defensa de otras causas. Y también se hicieron virales los gestos. En estas últimas semanas, tras la terrible muerte de George Floyd, se han generalizado dos: la genuflexión y el derribo de estatuas de presuntos racistas.

Foto RICH PEDRONCELLI / AP

Y aquí es donde nuestra políticamente correcta sociedad pierde pie. Son múltiples los ejemplos. Para tomar alguno más reciente, El País informó ayer de que California retirará un grupo escultórico de Cristóbal Colón e Isabel la Católica (que luchó explícitamente contra la esclavitud) que lleva 137 años en el Capitolio estatal «porque ofende a los indígenas americanos. La decisión la adoptaron este martes los demócratas que dominan el Legislativo californiano en el contexto de la ola de protestas antirracistas en el país, que comenzaron siendo contra la policía y ahora se extienden a los símbolos de la conquista europea de América (…) La estatua de Cristóbal Colón es una figura histórica profundamente polémica, dado el impacto que su llegada a este hemisferio tuvo para la población indígena». El comunicado publicado por el capitolio del estado señala que «la presencia continuada de su estatua en el Capitolio de California, donde ha estado desde 1883, está hoy completamente fuera de lugar». No olvidemos que Colón nunca pisó el actual territorio estadounidense… Podéis leerlo aquí [2].

La cuestión es ¿podemos comprobar que realmente son los indígenas norteamericanos los que se sienten ofendidos…o es una manipulación de la opinión pública? Realmente no, hasta tal grado llega la magnitud de lo absurdo cuando ya se ha perdido de vista el motivo de la protesta y se encadenan acciones de seguidores de seguidores de seguidores.

Desde 2015 existe el movimiento contrario, #AllLivesMatter. Todo aquel que usa esta etiqueta es tildado poco menos que de nazi o fascista. Sus detractores aducen que este eslogan admite implícitamente que todas las vidas están en igual grado de peligro, y es cierto: no todas las vidas lo están, pero entre las que sí lo están, no hay solo negros, de hecho hay más hispanos, y hay asiáticos, etc.

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, acaba de anunciar que no retirará la estatua de Colón que hay al final de las Ramblas, pero que la va a «contextualizar». Veremos.