Resulta que el trader que se convirtió ayer en un “trend” en las redes sociales no es quien en realidad dijo ser. Por decirlo así, “infló” el curriculum. No opera desde una ruidosa oficina de Canary Wharf, sino desde el apartamento de su novia, en el sur de Londres. No gestiona grandes cantidades. Ni siquiera sus pérdidas son millonarias: ha perdido “sólo” unas diez mil libras en los últimos cuatro años. Dice que le gusta llamar la atención, y esta vez claramente lo ha conseguido.
De todas formas, ¿lo que dijo deja de ser verdad, por el hecho de que nos engañase sobre su personalidad? O más bien como escribiera Antonio Machado “La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”?
Buscando información en la web me he encontrado con otros casos parecidos de personas que no son quienes dicen ser:
Un caso divertido es el de un tipo que estaba esperando en la BBC para una entrevista de trabajo, lo confundieron con un invitado a un programa y acabó opinando en directo sobre una sentencia acerca del logo de Apple.
Otro caso distinto es el de unos tipos conocidos como «The yes men» que se inventan personajes para llamar la atención y denunciar actividades de ciertas empresas. Una vez consiguieron hacerse pasar por un portavoz de Dow Chemical y reconocer la responsabilidad en el desastre de Bhopal