En una anterior entrada me refería a cómo los que mueven el capital vuelven a hacer de las suyas en cuanto pueden. El escorpión no puede dejar de ser escorpión…
Algunos proponen que cuando los mercados no son capaces de frenarse a sí mismos y cambiar de conducta, debería entrar la política e introducir más regulación (que es la herramienta preferida de la política: desde la postura minimalista del liberalismo hasta alcanzar cotas cada vez más intervencionistas).
Pero tampoco es que en estos tiempos los gestores de la “cosa pública” estén transmitiendo muy buenas vibraciones. Mientras los gestores de los mercados pecan por “demasiada acción”, los gestores políticos parecen pecar más bien por omisión; o al menos, esa es la impresión que se tiene: que, salvo algunas excepciones (como la Generalitat de Catalunya), los demás o no se atreven a tomar medidas y andan temerosos y dubitativos, o siguen gastando a mansalva como si nada hubiese pasado (y encima ganando elecciones).
El capital es, por naturaleza, conservador: huye en cuanto ve el mínimo riesgo que no pueda rentabilizarse (¡hay que prometerle una amnistía fiscal para que vuelva, pobrecillo! Aunque, por lo que parece, no acaba de fiarse, y a pesar de tantas facilidades sigue huyendo). También la política es conservadora: se conforma con ir a rebufo, contestando con más regulación cuando las cosas se ponen feas.
El poder del que disponen tanto el capital como la política no sirven para estos tiempos, donde hay que enfrentarse al riesgo, cara a cara, sin huir y sin poner más trabas de las necesarias.
Si no podemos confiar ni en el capital ni en la política para enderezar el rumbo, ¿en quién podemos confiar? Tengo que admitir que en estos momentos tengo más preguntas que respuestas, así que quien tenga respuestas, serán bienvenidas.
Intuyo que hay que apoyarse más en la sociedad civil, que es por naturaleza valiente (las revoluciones nacen de la sociedad civil; las traicionan sus líderes cuando empiezan a hacer política). Es lógico que en estos momentos la sociedad civil ande un poco aturdida, entre indignada y desmoralizada. ¿Cómo despertarla?, ¿cómo revitalizarla?
Y, dentro de la sociedad civil, ya que estamos en cuestiones económicas (que no sólo…) los empresarios y emprendedores (que no son lo mismo que los capitalistas: el capital es conservador; el empresario no, en especial en estos tiempos, donde le queda ya muy poco que conservar), los empresarios y emprendedores, digo, tienen mucho que decir… si les dejan… si les dejan acceder al capital, si no les marean con políticas.