Los que vivimos de una nómina lo tenemos muy claro. Para recaudar más dinero no hace falta subir los impuestos: basta con que Hacienda se asegure de que todo el mundo paga lo que le corresponde, según un mismo criterio. Por eso me ha alegrado leer esta mañana que en su Plan de Control Tributario de este año Hacienda pretende vigilar de cerca las sociedades instrumentales de determinados profesionales, que encuentran en estos mecanismos una forma de reducir significativamente los impuestos que pagan.
Este es un claro ejemplo de que, primero, la ética y la ley no siempre van en la misma línea; segundo, como consecuencia de lo anterior, que es bueno que la ley se acerque cada vez más a proteger lo que es ético y perseguir lo que no lo es; tercero, que la ley siempre puede ser interpretada de forma abusiva; y, por tanto, que es necesario velar para que la aplicación de la ley se ajuste al espíritu de la ley, y no sólo a la letra. Esta interpretación del espíritu de la ley es lo que los juristas clásicos llamaban “epiqueya”.
Las sociedades instrumentales son figuras legales que cumplen una función buena a la hora de, por ejemplo, limitar responsabilidades, gestionar el riesgo derivado de la actividad empresarial, o canalizar la financiación de una empresa. Pero, cuando estas figuras se utilizan con el único objeto de reducir los impuestos que una persona física debe pagar por razón de su actividad profesional, se puede estar traspasando la línea de aquello que siendo legal –en cuanto que cumple con la letra de la ley- empieza a no ser ético, porque se está tergiversando lo que el legislador buscaba con esa ley.
Muchos de estos profesionales que se acogen a este tipo de estratagemas suelen ser figuras de una cierta notoriedad pública -artistas, deportistas,…- , lo cual añade un factor de ejemplaridad importante, que les exige ser mucho más cuidadosos en su actuación, porque son referentes sociales, para lo bueno y para lo malo. Cierto que este factor de ejemplaridad puede mirarse también del otro lado: Hacienda puede poner el objetivo en estas personas porque “pillarlas” a ellas puede ser también ejemplarizante para todos los demás. Pero, sea cual sea la intención de estas medidas, si hay un uso fraudulento de las sociedades instrumentales, está muy bien que, quien garantiza la aplicación justa de la ley, lo persiga y penalice. A los que vivimos de una nómina y tenemos poca capacidad para ser creativos, nos hace sentirnos un poco más iguales.