Hace unas semanas Warren Buffett pidió que le subieran los impuestos. Dijo que no le parecía bien que él pagase más impuestos que su secretaria. Desde entonces ha ido apareciendo la discusión sobre la necesidad de aumentar los impuestos a los que más ganan. Ha sido la portada del último numero del The Economist, y hoy mismo es también objeto de un artículo de opinión en el Financial Times.
Me parece muy bien que el señor Buffett quiera pagar más impuestos. Voy a dejar a los economistas el debate sobre la conveniencia o no de subir impuestos para recaudar más o para reactivar la economía. Pero hay algunas cosas que no entiendo. Dice el señor Buffett que no le parece bien pagar más impuestos que se secretaria. Digo yo que, si a los dos se les aplica la misma ley fiscal, y él paga menos impuestos, será porque gana menos (cosa que dudo), o porque puede permitirse el lujo de buscar «vacíos legales» que le permiten aplicar todo tipo de estrategias y ventajas fiscales que hacen que, al final, aun ganando más, pague menos; en cambio, su secretaria, que vive de un sueldo, no tiene esta capacidad de maniobra.
Esta es mi duda: ¿se trata de subir los impuestos o de evitar el fraude fiscal?, ¿se trata de subir los impuestos o de no forzar el texto de la ley hasta encontrarle una interpretación ventajosa? Una lectura liberal dirá: «si la ley me lo permite, ¿por qué no voy a hacerlo?. En todo caso, si quieren, que endurezcan la ley». Y de nuevo estamos en una de las grandes discusiones éticas de la historia de la humanidad: pensar que la ética se identifica con la ley; pensar que todo lo que la ley no prohibe es éticamente aceptable; pensar que las conductas inmorales se arreglan a base de endurecer la ley.
Yo soy más partidario de atenerse al espíritu de la ley y no a la letra. Digo yo que que si el señor Buffet (y todos los que como él pueden permitírselo) quiere pagar más impuestos, lo tiene muy fácil: que les diga a sus asesores financieros que no se dediquen a buscar esquemas fiscales para disimular todos sus ingresos, y ya verá como la base imponible le sale mucho más alta. Porque a veces se puede engañar sin decir una mentira.