Un artículo que publicará próximamente The Academy of Management Journal afirma que cuando nos encontramos con problemas que presentan algún aspecto ético importante somos más proclives a escoger la alternativa correcta si tenemos tiempo para pensar sobre el problema que si tenemos que tomar la decisión de una forma más precipitada.
El estudio empírico sobre el que se basa el artículo situaba a los participantes del experimento en un escenario donde por mentir podían obtener un beneficio económico. Los resultados concluyeron que el 87% optaba por no mentir cuando se les daba tres minutos para reflexionar sobre la situación, mientras que cuando se les pedía una decisión inmediata sólo el 56% decidía no mentir.
La lógica que ven los autores del artículo detrás de esta conclusión es que intuitivamente los seres humanos reaccionamos de una forma más egoísta, lo cual implica fijarnos sólo en cómo nos afecta la decisión a nosotros sin tener en cuenta otras consideraciones sobre cómo nuestras conductas afectan a otros. En cambio, cuando nos ponemos a discurrir empezamos a pensar en derechos y obligaciones, en lo que es bueno o aceptable para la sociedad frente a lo que nos apetece o nos beneficia, etc.
Sin necesidad de coincidir con esa visión egoísta de los seres humanos, la conclusión del artículo es interesante: la reflexión ayuda a la conducta ética; las prisas nos llevan a tomar malas decisiones. Y junto a la reflexión, el diálogo, porque ya se sabe que “cuatro ojos ven más que dos”.
Los autores extraen también una conclusión desde el punto de vista organizativo: la importancia de que las empresas diseñen procesos de toma de decisiones donde se cree espacio para una reflexión calmada y para el contraste de opiniones. Por ejemplo, que se establezcan líneas de apoyo y consulta (ethical helplines), que ciertas decisiones requieran la aprobación de distintos niveles, o que, incluso, si las decisiones deben tomarse de manera electrónica, el mismo sistema nos “obligue” a tomarnos un tiempo y nos recuerde que, mientras, podemos consultar qué dice el código de la empresa.
Estoy de acuerdo en que realizar decisiones precipitadas puede llevarnos a tormarlas mal.
Pero hay dos factores que no se tienen en cuenta: la experiencia y la necesidad.
La experiencia te puede solventar muchas «papeletas» donde una solución rápida también puede ser buena por este mismo tema.
Y estamos en tiempos difíciles y muy cambiantes, y es necesario tomar decisiones a no tormarlas para poder ir avanzando
No tengo yo claro que la elección reflexionada sea la buena, más bien parece la aprendida, mientras que la decisión espontánea parece la intuitiva