La mayoría de empresarios y directivos tienen estilos de dirección anclados en el pasado: prevalece el «ordeno y mando», se impone la jerarquía, el papeleo, la burocracia, la falta de transparencia, el cortoplacismo, el beneficio a corto plazo como único objetivo, despachos cerrados, poco conocimiento de las personas de la empresa.
Pero los nuevos tiempos, la nueva economía, las nuevas generaciones, las nuevas tecnología, los nuevos hábitos de consumo, exigen nuevos estilos de dirección. El liderazgo basado en el autoritarismo, y las organizaciones rígidas y jerarquizadas han sido sustituidos por una gestión mucho mas centrada en las personas, que pretende empoderarlas y orientarlas a la acción, y por unas estructuras mucho mas dinámicas y flexibles,mas capaces de responder con agilidad a los retos del mercado y más propensas a estimular la creatividad y la innovación.
TODAS LAS PERSONAS TIENEN COSAS BUENAS. EL BUEN DIRECTIVO ES EL QUE ES CAPAZ DE DESCUBRIRLAS Y DESARROLLARLAS.