En estos tiempos es más fácil que nunca hablar de ética. Basta con mirar las primeras páginas de los periódicos: siempre hay alguna noticia que tiene que ver con la ética. Bueno, mejor dicho, ¡con la falta de ética!
Ante tantos casos, llevo unos días dándole vueltas a una pregunta: “¿Cómo podemos llegar a tiempo para evitar que estos casos ocurran?«. Cada vez que aparece una noticia de estas es un fracaso. Sobre todo es un fracaso para las personas que han cometido estas acciones, porque, aunque hayan podido sacar alguna ventaja de ese comportamiento, en el fondo se han hecho un poco peores personas; y eso es un fracaso. Pero también es un fracaso para las instituciones con las que esas personas estaban relacionadas, porque no han sabido detectar a tiempo esa conducta o, sabiéndolo, no han tenido el coraje de pararles los pies.
La ética es como la medicina preventiva. En la medicina se dice que lo mejor es la prevención; también incluso desde el punto de vista estrictamente económico. No es sólo que así se evita que la gente enferme, sino que prevenir enfermedades es más económico que curarlas. Pues con la ética, lo mismo: no es sólo que actuando éticamente evitamos que la gente actúe mal y empeore como persona (y esto es lo más importante), sino que además prevenir las faltas de ética acaba siendo –para el conjunto- más económico que reparar el mal que causan.
La ética es algo que pertenece radicalmente al individuo, porque, al fin y al cabo, hablamos de acciones, y las acciones son siempre de las personas, actúen individual o colectivamente. Pero no es suficiente con quedarnos en el aspecto individual. Es necesario hacer también una reflexión ética a nivel institucional, porque las personas nos movemos siempre en contextos sociales, y estos contextos sociales tienen un impacto en nosotros.
Cabe por tanto hacer una reflexión sobre cómo diseñamos las instituciones, las organizaciones, las empresas, de forma que fomenten las conductas éticas y, además, para que sepan detectar a tiempo las conductas no éticas: ¿qué apoyo institucional damos a quienes quieren actuar bien?, ¿qué medios ponemos para detectar las conductas inmorales a tiempo? ¿Por qué cuando alguien en una empresa ve algo que no le gusta calla, para que no le tachen de chivato o por miedo a represalias?
No lo olvidemos: cada vez que aparece un escándalo es un fracaso. Si lo miramos así, leeremos esas noticias con algo menos de morbo y con algo más de pena. Pero la pregunta sigue ahí: ¿qué podemos hacer para detectar esas conductas a tiempo?
Interesante artículo, lo que comentas sobre cada vez que hay un escándalo es un fracaso, efectivamente es así, pero más allá de la pena podemos ver cada escándalo como una oportunidad de cambio, la toma de conciencia ante la corrupción no necesariamente es algo desesperanzador, puede permitirnos depurarnos como sociedad. Finalmente es una cuestión de voluntad.
De acuerdo con que la ética es personal, pero todos conocemos empresas en cuya dirección hay personas que «obligan» a sus trabajadores a traspasar la frontera de lo ético. Las empresas deben ayudar, poner las condiciones para que cualquiera de sus trabajadores pueda actuar según su conciencia o por lo menos vea cómo se pueden hacer las cosas bien en una organización.
Apuntas de plano al tema de la formación. El corrupto nos puede causar vergüenza, rabia, indignación… o envidia. Cuando falla la formación ética, uno empieza a diluir la linea entre lo que esta bien y lo que esta mal, empieza a justificar, empieza a no querer verlo, y a veces termina por envidiar la suerte del que se ha llevado la pila de millones. En ocasiones, y sin necesidad de irse a las grandes cifras, vemos como los comportamientos reprobables son encumbrados y premiados, mientras que el respeto a la ética se sanciona o, simplemente, se deja a un lado. Si no somos capaces de dar ejemplo, al menos no premiemos el comportamiento éticamente cuestionable.