Todos los indicadores apuntan a que habrá un incremento importante de consumo de alimentos y bebidas en la campaña de Navidad. La industria, la distribución y la hostelería aumentarán sus ventas significativamente, pero con resultados dispares en sus beneficios.El auge considerable de los costes de todo tipo se cierne principalmente sobre la industria, con subidas de la energía, las materias primas, los embalajes, los fletes, etc.La industria alimentaria española es un ejemplo de competitividad internacional y buena gestión. Y ahora, para asegurar su competitividad, se enfrenta al nuevo reto de cómo absorber estos costes mas altos. Me consta que en muchas empresas ya se han puesto en marcha planes de choque y tasa forces para aplicar de nuevo la eficaz práctica del presupuesto base cero, es decir, analizar y poner en cuestión todos y cada uno de los euros gastados en la compañía.En definitiva, minimizar el efecto de la subida de costos para asegurar un buen ejercicio 2022.
En este sentido, no sería justo repercutir en el consumidor posibles aumentos de precios , y menos con la inflación superando ya el 5 por 100, ya que mermaría el poder adquisitivo, disminuiría el consumo y subiría mas la inflación.El consumidor, por el bien de todos, no debería pagar la fiesta y la hostelería tampoco debería salir perjudicada porque bastante ha sufrido ya con la pandemia.
Por lo tanto, ahí vamos al gran reto,la negociación de la industria con la distribución.Los que lo hemos sufrido sabemos de la dificultad de topar con obstáculos que no permiten ningún aumento de precios, y mucho menos absorberlos en sus costes de distribución.Pero, si un sector de actividad económica se ha visto muy beneficiado por la crisis de la pandemia , ese es el de la gran distribución, que han disparado sus ventas y sus beneficios.Es hora y momento de sentarse a negociar con la industria con amplitud de miras y solidaridad, buscando el win win . La distribución debe frenar su capacidad enorme de ahogar al proveedor, no solo por no perjudicar a la industria y al consumidor, sino por responsabilidad, por el bien común.
Cargar sobre la industria todo el aumento de costes tiene un grave peligro subyacente. Ante la reducción importante de márgenes y entrada en pérdidas, algunas empresas podrían tener la tentación de reducir la calidad como última salida- no quiero pensar en crisis como las que vivimos del aceite de colza o las vacas locas – , quizás aplazar el pago de impuestos, llevar a cabo ERTEs y despidos, o concursos de acreedores, con las nefastas consecuencias de todo ello.
Estoy seguro, conociendo la gran profesionalidad de la industria y la distribución, que harán un ejercicio de responsabilidad y se sentarán a negociar con actitud positiva,razonando, uno por uno, los aumentos de coste.La distribución aceptará soportar parte de los aumentos ( ya he conocido personalmente un caso de una gran cadena) ,para no perjudicar al consumidor. La fiesta no la pueden pagar solo la industria o el consumidor.