Hablar de ética puede sonar en algunos entornos como volver a épocas pasadas. Es un concepto con tantos siglos de historia a sus espaldas que no deja indiferente a nadie. Todos podemos tener nuestros prejuicios y nuestros a priori respecto a lo que significa ética. Por eso, hoy en día se adivina una tendencia a sustituir la referencia a la ética por otros conceptos más modernos y menos “comprometidos”. Por eso, ante la insistencia de algunos que seguimos queriendo hablar de ética, habrá quiénes se pregunten: “Pero, ¿hace falta hablar de ética? ¿No es un concepto pasado de moda?”
SI se mira, por ejemplo, al mundo académico la “ética de la empresa” ha sido sustituida por la “responsabilidad social corporativa” y conceptos afines. Incluso, últimamente, se empiezan a utilizar de modo más frecuente conceptos como “sostenibilidad” o “desarrollo sostenible”. Parece como si la expresión “business ethics” tuviese unas resonancias moralizantes que no gustan, frente a estos conceptos que son científicamente más manejables y políticamente más correctos.
También si vamos al mundo empresarial, al menos en Europa, es más habitual encontrarse directivos de responsabilidad social que de business ethics. Y las empresas hacen informes de responsabilidad social, a los que cada vez más frecuentemente se les llama informes de sostenibilidad.
Sin embargo, si miramos las primeras páginas de los periódicos muchas de las noticias suelen tener alguna relación con la ética, o, mejor dicho, con la falta de ética: multas y provisiones por malas conductas, espionajes y filtraciones de información, escándalos de corrupción entre políticos y funcionarios públicos,…
Cuando hablo con la gente, las cosas que les preocupan de su trabajo suelen tener siempre en su raíz alguna falta de ética. Hay mucha gente quemada, porque se ven obligados a actuar en contra de su conciencia, porque sufren conflictos de lealtades que no saben cómo solucionar, porque no reciben apoyo por parte de sus jefes o de la empresa para canalizar sus inquietudes y para enfrentarse a estos problemas.
No es la sostenibilidad o la responsabilidad social lo que no deja dormir a la gente por las noches, sino las cuestiones éticas. Por eso, en el IESE no renunciamos a hablar de ética. Contamos desde hace muchos años con un Departamento de Etica de la Empresa, y, al mismo tiempo, por ser un aspecto transversal, buscamos que la ética esté presente, cuando sea necesario, en las demás materias de nuestros programas, porque la ética es uno de los pilares básicos del IESE en la tarea de formación de líderes.
Todas estas expresiones que hoy en día están de moda, pueden fácilmente utilizarse sin ninguna referencia a la ética. La responsabilidad social puede justificarse por razones muy distintas: cuestiones de imagen y de reputación, posicionamiento en el mercado, intereses económicos o restricciones legales. La sostenibilidad puede vaciarse de contenido hasta el punto de identificarse con una simple cuestión de permanencia en el tiempo. Sin embargo, todos podríamos poner ejemplos de empresas y actividades que han perdurado en el tiempo –y, por tanto, podrían calificarse como sostenibles- y que en cambio no son para nada éticas. Sin la referencia a la ética, todos estos conceptos pierden contenido y fuerza.
Por eso es importante pensar en la ética como un criterio más que orienta la actuación de las empresas. Más aún, no es sólo un criterio más, sino que la ética es el criterio que da respuesta a la pregunta sobre el para qué, y que, por tanto, responde a las razones más profundas de nuestras acciones. Si nos olvidamos de la ética, nos hacemos un poco más superficiales.
Me viene a la memoria aquel poema de T. S. Eliot: “Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en información?”, que podría parafrasearse de esta forma:
“¿Dónde está la ética que hemos perdido en responsabilidad social? ¿Dónde está la responsabilidad social que hemos perdido en sostenibilidad?”
[Una versión ligeramente modificada de esta entrada fue publicada en inglés, en el blog del Departamento de Etica Empresarial del IESE: https://blog.iese.edu/ethics/]