Inmersos en lo más profundo de la crisis, las empresas tienen que ser dirigidas con unos sistemas de gestión, un estilo de dirección y un rigor muy diferentes de los que eran habituales en épocas de crecimiento .
Después de la crisis el entorno económico y social habrá cambiado y nunca más volverá a ser el mismo que el de antes. Los hábitos de compra de los consumidores serán más racionales y austeros, la financiación mucho más restrictiva y la especulación, los «pelotazos» y el enriquecimiento fácil serán difíciles y mucho menos habituales.
Ante este escenario, las empresas tienen que buscar afanosamente la competitividad a base de hacer continua y constantemente tres ejercicios fundamentales:
1. Reestructuración.
Adaptar sus activos materiales e inmateriales a la coyuntura y a las circunstancias de sus respectivos mercados, es decir, tener la dimensión óptima en instalaciones, maquinaria, equipo y personal. Condición absolutamente necesaria pero no suficiente para asegurar la continuidad y ser competitivos. Si solamente se toman medidas de reestructuración se mejora la competitividad a corto plazo pero no se asegura el futuro. Se han cometido muchos errores en reestructuraciones en el textil, la siderurgia y los astilleros y últimamente en la banca, que no han servido para la supervivencia de la mayoría de las empresas.
2. Reingeniería.
Hacer una profunda labor de reingeniería, es decir, prescindir de todas aquellas funciones, tareas y personas que no aportan valor a la compañía. Condición también necesaria pero no suficiente para asegurar la competitividad. Ahí topamos con un mal endémico de nuestra economía que es la baja productividad. La mejora de la productividad, empezando por la de los altos directivos y siguiendo con todos los empleados, no solo con los de mono azul, es un requisito indispensable.
3. Regenerar las estrategias.
Y la tercera acción fundamental, la condición necesaria y suficiente para la autocontinuidad de las empresas consiste en regenerar constantemente las estrategias, siendo los primeros en satisfacer las necesidades de los clientes, adelantándose a la competencia haciendo algo diferente o que no hagan los competidores. Defender, reestructurando, pero también atacar viendo como podemos vender mas, acometer nuevos mercados y ganar nuevos clientes.
Las empresas que hagan esos deberes de forma seria y rigurosa saldrán más fuertes de la crisis y tendrán una situación favorable respecto a sus competidores.
En este entorno, la labor del primer ejecutivo debe dar absoluta prioridad a la comunicación constante con todos los stakeholders, accionistas, empleados, proveedores, clientes, fuentes de financiación, sindicatos y opinión pública. La verdad y la transparencia deben ser condiciones indispensables para lograr que todo el mundo entienda la situación real en cada momento y todos juntos en la organización remen en la misma dirección para asegurar la continuidad de la empresa.
Coincido en que se deben realizar estos cambios, pero creo que una empresa no puede darse el gusto de esperar una crisis para empezar a cambiar. Si una empresa se da el gusto de esperar la crisis, entonces no está bien dirigida.
Buenos consejos, por que con los duros tiempos que corren todos andamos un poco perdidos, la verdad
Me parece acertado, hay que estar alineado con lo nuevo.
En el momento que estamos ahora, creo que ya no segundas oportunidades. Siempre hay algo por mejorar en una empresa «perfecta»
Completamente de acuerdo, hay que ser rigurosos y analizar cada cosa con mucho más detalle con respecto al pasado… Si antes el entorno te permitía ser más «blando», ahora ya no!
Muy buenos consejos, estoy pensando abrir una empresa nueva en el sector de control de plagas y me interesa todo lo relacionado con la gestion eficiente de la empresa dado los tiempos que corren.