Una noticia que ha levantado gran revuelo, especialmente en Latinoamérica pero también en otros países. El presidente de Uruguay, José Mujica, se propone crear un monopolio estatal para la producción y venta de marihuana. Se vendería en farmacias y comercios autorizados, eso sí, debidamente controlados. El Estado tendría el control de calidad, cantidad, precio, así como el registro de consumidores, cada uno de los cuales tendría asignada una ración de 30 gramos al mes (40 a 60 cigarrillos).
Este proyecto, que se presenta como medio de lucha contra la inseguridad y el narcotráfico, se va a discutir este mes de julio en el parlamento uruguayo, donde el Frente Amplio cuenta con mayoría. Se esperan habilitar entre 65 y 100 hectáreas donde plantar cannabis para producir unos 27.000 kilos de marihuana por año, a partir de la primavera de 2013, para cubrir la demanda de unos 150.000 consumidores.
La revista Time alabó la iniciativa apoyando su extensión a todo el mundo, pero no todos comparten esta opinión. Hay polémica y abundantes detractores: desde asociaciones de lucha contra la droga hasta países vecinos, unos a favor y otros en contra. También existen críticos en la ciudadanía uruguaya e incluso entre políticos vinculados al Frente Amplio – coalición izquierdista gobernante – y algunas personas cercanas al gobierno de Mújica.
Ningún gobierno ha tomado una decisión así hasta ahora. ¿Es una decisión éticamente aceptable? ¿Es lo mejor que pueden hacer? ¿Es un monopolio estatal la mejor forma de regulación? ¿Qué argumentos presenta Mújica para este proyecto? ¿Cómo se ponderan?
El principal argumento es que este plan sacaría a cientos de jóvenes del consumo de la pasta base de cocaína, que incita a la violencia y a la delincuencia. Según datos oficiales, entre 127.000 y 150.000 uruguayos consumen marihuana con regularidad, mientras que 300.000 admiten haber consumido alguna vez esta droga. ¿Es verosímil esta hipótesis con la que se arguenta? Lo que se plantea es un sustitución de una droga por otra algo menos dañina, aunque también nociva. Suena bien, pero es falaz. Ignora el mecanismo y modo de actuar de ambos estupefacientes. La pasta base es estimulante y la marihuana es ansiolítica con componentes psicoactivos. ¿Se ha hecho un “estudio de mercado” sobre este teórico cambio? Comenta Pablo Rossi, que trabaja en la rehabilitación de drogadictos: “Pregunté a los adictos de pasta base qué les parecía la idea de cambiar la pasta base por marihuana y su respuesta fue que era lo más ingenuo que habían escuchado”. La sustitución más bien lleva sentido contrario. Según Rossi, “el 92% de los adictos a la pasta base comenzaron fumando marihuana.”
Además, al tomar un decisión, hay que valorar los efectos colaterales y, en este caso, no es difícil preveer que las facilidades de acceso incitarían la entrada a nuevos consumidores de marihuana. Además, ¿qué hace pensar que con 30 gramos al mes por consumidor sería suficiente? La adicción tiende a querer más de lo mismo o incluso algo más fuerte. Esto puede acarrear venta ilegal, contrabando y corrupción. También reventa. Pero, para Mújica, todo eso no ha ser un gran problema. Si “alguien compra 20 cigarrillos, tendrá que consumirlos y no los podrá vender”. ¿Y cómo se controla? ¿Rastreando el consumo? ¿Con seguimiento químico para la marihuana producida fuera del monopolio? Todo eso sólo no es fácil, sino que también bordea la ingenuidad.
Y, ¿qué decir de los resultados económicos? Se calcula que en Uruguay la industria clandestina de la marihuana genera un negocio de 75 millones de dólares anuales. ¿A cuánto podría alcanzar si se legalizara y vendiera en centros autorizados? Mújica afirma que no quieren hacer negocio aunque cargarán la venta con impuestos… ¡destinados a rehabilitación de los previamente intoxicados!
En Uruguay, como en otros países, se persigue duramente el tabaco y sus efectos nocivos. ¿Se pondrán también etiquetas recordando que el cannabis perjudica seriamente su salud? ¿O no harán falta estas etiquetas porque los legisladores tendrán mayor sensatez que los promotores de este proyecto? Es dudoso, dada la mayoría del partido gubernamental. ¿Será entonces la presión internacional quien pondrá freno? El director ejecutivo de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, Yury Fedotov, ya ha afirmado que Uruguay violaría gravemente la convención de la ONU contra las drogas que tiene firmada.
Al criticar este descabellado proyecto, no se puede obviar, sin embargo, una cuestión de fondo. Como muchos insisten en destacar, la prohibición contra la droga no acaba de funcionar y la droga es origen de mucha violencia. Pero, ¿es la mejor solución la que quiere adoptar Uruguay? Recuerdo aquel lema del Mayo del 68, “la imaginación al poder”. Hace falta, pero una “imaginación moral”, sin querer apagar fuego con gasolina.
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