El 28 de febrero de 2013, cuando casi todo el mundo pensaba que Pescanova SA era una sólida empresa, se anunciaba que entraría en concurso de acreedores. Su presidente, Manuel Fernández de Sousa-Faro, tras unos días de confusión, explicó que existía un desfase entre las cuentas presentadas y las reales. También desveló que unos días antes del preconcurso había vendido la mitad de su participación en Pescanova, ocultándoselo al consejo y al regulador bursátil.
El 25 de abril, el Juzgado Mercantil n.1 de Pontevedra declaraba el concurso voluntario de Pescanova SA y decidía suspender las facultades de administración de la compañía, despojando a Sousa de sus funciones. Requería un administrador concursal, que sería un representante de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). En su auto, el juez, llegaba a esta conclusión tras analizar diversas irregularidades como el incumplimiento de presentar las cuentas de 2012 y discrepancias en la deuda. Afirmaba: “mantener las plenas facultades del deudor puede conducir a una situación de difícil gobernabilidad en absoluto compatible con el orden que debe presidir el proceso concursal”. Inmediatamente la CNMV designó como representante a Deloitte, una prestigiosa firma de servicios profesionales, que contaba con equipo suficiente para controlar no solo la matriz sino también las filiales.
De este modo, Manuel Fernández de Sousa-Faro dejaba la presidencia de Pescanova que había asumido en 1980. Pescanova es una empresa de productos de pescado congelado, fundada por su padre en 1960, que ha llegado a ser una empresa multinacional con 10.500 trabajadores. Es líder mundial en alimentación marina y opera en 21 países, con una facturación anual de 1.671 millones de euros, de los cuales el 57% fuera de España. Desde 1985 cotiza en la bolsa de Madrid.
La facturación de la compañía actualmente ronda los 2.000 millones de euros y el editda (beneficio bruto de explotación calculado antes de la deducir gastos financieros) está entorno a los 335 millones de euros. Pese al crecimiento de las ventas de la compañía (un 29,2%, entre 2007 y 2011) y un aumento del Ebitda del 51%, la deuda de Pescanova había alcanzado 1.522 millones de euros según las últimas cuentas presentadas correspondientes al primer semestre de 2012, de los cuales 756 eran a corto plazo. Sin embargo, la deuda real puede ser de 2.500 o incluso 3.000 millones de euros, mientras que los fondos propios sólo rondarían los 500 millones. Estamos, pues, ante un endeudamiento que, como mínimo, quintuplica el patrimonio. Técnicamente, esta deuda fue el motivo del concurso voluntario de acreedores, junto a la falta de refinanciación por parte de la banca que la condicionaba al cambio de los gestores de la empresa. El anuncio pilló por sorpresa a muchos inversores y la cotización en bolsa de Pescanova cayó en picado. El 25 de abril cada acción se había desvalorizado casi un 70% respecto al 28 de febrero.
Pescanova partió de una innovadora idea (congelar pescado en buques-factoría en alta mar) y durante años tuvo un espectacular desarrollo. Hoy, Pescanova es la matriz de un holding compuesto por más de 80 compañías, la mayoría en el exterior. El propio Fernandez Sousa es el administrador único de varias de ellas. Con la expansión vinieron necesidades de financiación a la que accedieron cajas de ahorro gallegas –hoy agrupadas en Novagalicia Banco– y también bancos como el Sabadell, el Popular y Bankia y, en menor medida el Santander BBVA, Caixabank y otros.
Las primeras tensiones de tesorería se produjeron después de que algunos proyectos, particularmente en la acuicultura –con grandes inversiones y subvenciones–, no rindiesen como estaba previsto, además de dos siniestros en una factoría de Portugal. Pero, al parecer, la actual situación financiera tiene también otras causas.
Antes de que se encargara a Deloitte la gestión, se pidió a la auditora KPMG que hiciera el forensic (un auditoría ‘con lupa’), la cual se contrastaría con los informes de DBO Auditores, que hasta entonces había auditado en Pescanova. Se deberán saber muchas cosas que hoy por hoy, en gran medida, sólo son sospechas.
¿Qué ocurrió en realidad? ¿Qué causas han conducido a la situación actual? ¿Por qué la banca exigía la destitución de los gestores? ¿Fueron simplemente errores estratégicos o un crecimiento imprudente? ¿Hubo ligereza en la financiación de nuevas inversiones al utilizar crédito fácil procedente de las cajas de ahorro gallegas, como todas, muy politizadas? ¿La crisis de estas cajas arrastró a Pescanova? ¿Hubo apaños con la auditora DBO para dulcificar la situación de la empresa y así obtener créditos y atraer inversores? ¿Faltó diligencia en los bancos en verificar la situación real de la empresa antes de otorgar créditos? ¿Por qué no se presentaron las cuentas de la compañía a su debido plazo? ¿Por qué ocurrió el desfase entre la deuda presentada y la deuda real? Convendrá aclararlo.
Según parece hubo, además, contabilidad oculta, pasando deudas a filiales apenas auditadas y falseando la situación real de la empresa hasta que la bomba estalló ¿Qué hacían los consejos de administración? ¿Se preocuparon de verdad los consejeros por el bien de la empresa o eran complacientes comparsas dóciles a la voz de su amo? Se ha reconocido tráfico de información privilegiada y masiva venta de acciones antes de que se desplomaran.
Los daños ocasionados y previsibles abarcan a proveedores de materias primas y bancos, a los inversores que ignorando lo que ocurría han perdido mucho dinero, a empleados que podrán perder su empleo, comunidades dónde operaba Pescanova, que podrán sentir los efectos indirectos de la situación…
En este caso, como en tantos otros, existen responsabilidades morales y legales. Pueden afectar a consejos de administración, incluyendo a sus presidentes, al auditor BDO, a entidades financieras y aun al regulador bursátil (CNMV). En último término habrá responsabilidad de personas que seguramente no cumplieron su cometido ni actuaron con integridad.
Me pregunto: ¿Hubo una ‘bola de nieve’ formada por acumulación de malas prácticas cuyo encubrimiento llevó a otras, y así sucesivamente? Quizá, pero hay que esperar para saberlo con certeza. En definitiva, estamos ante un caso a seguir. ¿Sabremos aprender de él, al menos, qué es lo que no se debe hacer?
Interessant, el que està clar és que hi ha hagut poca transparència i molt probablement han estat ensenyant els comptes no consolidats del grup. M’ho haig de mirar.
Excelente post. Me temo que Muchas empresas caen en este tipo de prácticas o similares. En el fondo, se trata de huir hacia delante hasta que se pincha el globo.
Creo que los empresarios, familiares o no, pequeños, medianos o grandes, multinacionales o no, deberían contar con criterios adecuados para decidir y la valentía de no huir cuando los problemas aparecen. Siempre es la mejor manera (y la más ética) de solucionarlos.
Independientemenete de lo que suceda con esta empresa espero que como bien pauntas «sepamos aprender de él» a fin de prevenir que este tipo de cuestiones sucedan a futuro o al menos para tener mecanismos de detección y prevención.