El 14 de marzo de 2012, en la sección de opinión de The New York Times, apareció un artículo firmado por Greg Smith, un ejecutivo intermedio de Goldman Sachs (GS). Anunciaba que acaba de dimitir por la cultura de su empresa, que calificó como “tóxica y destructiva”. Una cultura muy distinta a la que encontró cuando fue contratado 12 años antes. Es un caso que merece ser analizado.