Publicado en Expansión el 17 de septiembre de 2008.
El pasado lunes 8 de Septiembre, las acciones de United Airlines (UAL), una de las mayores compañías aéreas del mundo, se desplomaron un 75% desde 12,75$ hasta 3$, para posteriormente recuperar hasta los 10.9$. ¿La causa? Un analista bursátil vió en Google la noticia de que UAL solicitaba la suspensión de pagos. La noticia había sido publicada por un periódico de Florida … ¡en el 2002! En su búsqueda, el analista no se percató de la fecha, y dio la noticia como actual. Bloomberg, la incluyó en su servicio de alertas y esto disparó un alud de ventas que hundió el precio de la acción. Se negociaron 50 millones de acciones, con una pérdida estimada para los inversores de unos 250 millones de dólares, en apenas dos horas.
¿Es esto normal? Pues ya se ve que no. ¿Y quien tiene la culpa? Por lo que he leído, unos acusan al periódico de Florida, otros acusan a Google y otros a Bloomberg; vaya que todos quieren matar al mensajero. Pero, ¿Quién fue el que vendió y desplomó el precio de la acción? El inversor ¿no? Y en concreto, el inversor profesional que maneja los fondos de inversión, de pensiones, etc. Por lo tanto y para empezar, si suya fue la decisión de vender suya es la responsabilidad consecuente.
El promedio de negociación diaria de UAL estaba en torno a 20 millones de acciones. El día 8 de septiembre se negociaron unos 50 millones. Lo asombroso (o asombroso para mi) es que el inversor profesional se lance a vender como loco, con graves pérdidas para su cartera, sin antes chequear la veracidad de la noticia, sobre todo si ésta es muy grave. Da la sensación de que el inversor está nervioso. Y claro, si el inversor profesional que es el que mueve los precios bursátiles, está nervioso, pues la bolsa no para de subir y bajar, con una volatilidad espectacular.
¿Y por qué el inversor profesional está nervioso? Pues habrá que preguntarle a él. Pero yo creo que está demasiado presionado para obtener una rentabilidad superior a la de los demás, y esto solo se consigue vendiendo antes que nadie (cuando la bolsa baja) y comprando antes que nadie (cuando sube). Pero, como nadie tiene la bola de cristal para saber si la bolsa subirá o bajará, al final el inversor reacciona desproporcionadamente ante el mínimo rumor.
¿Y que habría que hacer? Pues quizá volver a los “basics”. Mirar más a las perspectivas a largo plazo de la empresa y no tanto los beneficios del trimestre o las noticias de última hora. Malos beneficios en este trimestre no quieren decir que la empresa vaya a ir siempre mal. Para eso quiero al analista y al inversor profesional, para distinguir lo que es un bache temporal fruto de la crisis y lo que es un problema irresoluble que llevará la a la quiebra.