Publicado en Expansión el 07 de abril de 2010.
Durante buena parte del S. XX y como consecuencia de la ideología socialista dominante, ha predominado la idea de que el sector público (El Estado) era el que mejor podía ofrecer los servicios que el ciudadano necesita. La evidencia empírica ha demostrado, sobre todo a partir de los años 80, que el sector público –en promedio- es mal gestor y que el ciudadano recibe mejores servicios de manos privadas. El número de ejemplos es abrumador.
¿Quién podía volar cuando en España sólo existía la compañía pública Iberia? Nadie… o sólo los ricos. Con la liberalización del mercado abundan las compañías aéreas y todos podemos volar a precios razonables o incluso muy baratos. Lo mismo se puede decir del teléfono cuando sólo existía Telefónica, empresa pública, o muchas compañías en un mercado liberalizado. Cuando se liberalizó la telefonía en Brasil, en menos de un año Telefónica instaló millones de teléfonos y de cabinas, que la compañía telefónica estatal había sido incapaz de instalar en años y años. Como casi siempre que se liberaliza un sector, salió ganando el ciudadano. Se podrían poner cientos de ejemplos, casi siempre con el mismo resultado: el ciudadano es mejor servido con el servicio privado que con el público.
El ejemplo más curioso, en mi opinión es el del agua de La Habana. Si hay un bien que tiene todas las características de bien público y al que todos los ciudadanos tienen derecho, es el agua. Por tanto, si algún bien debería ser gestionado públicamente para asegurar que llegue a todos los ciudadanos sin discriminación, es el agua. Y si hay algún país comunista, ese es Cuba. Pues bien, el agua en La Habana la gestiona una empresa privada (Agbar, para dar más datos). ¿Y cómo es esto? Pues en mi lógica, el tema es sencillo. Una persona, puede vivir sin coche, sin electrodomésticos, transporte, etc… pero no puede vivir sin agua. Y hay que asegurar que esta llegue a todos. Para conseguirlo, el gobierno comunista de Cuba ha pensado que el mejor modo es dejar la gestión del agua a una empresa privada que sabe del tema. Fidel es comunista, pero no es tonto.
Sin embargo, esta evidencia no es suficiente para que triunfe la gestión privada de los servicios (y mejore así la atención del ciudadano). La razón es que la discusión público vs. privado (socialista vs. liberal) es en buena parte ideológica: no se atiene a datos, sino a “creencias” y las creencias son difíciles de desarraigar, precisamente porque no se combaten con datos. Creo que seguiremos teniendo Estado para rato y habrá que seguir pagándolo entre todos.