Publicado en Expansión el 29 de junio de 2010.
Argentina verano 2001, justo antes del corralito. Un peso valía un dólar y 1,1 euros. Los precios en Buenos Aires eran similares a los de Nueva York. Los productos argentinos, ya fuera una comida o un par de zapatos, resultaban carísimos para un europeo.
Suena extraño que si la renta per cápita de Argentina era casi siete veces menor que la de USA, y casi cuatro veces menor que la de España, los precios allá fueran igual de caros que en USA y mucho más caros que en España. Pero es lo que ocurría. Al final la realidad se impone y el peso argentino se devaluó a un tercio de su valor anterior. Moraleja, lo que suena raro, y suena raro para muchos, es que es raro. No puede ser que un país más pobre tenga, en promedio, precios más caros que un país rico.
España 2007 y 2008. Una casa en Barcelona o Madrid es más cara que en Munich. Suena raro, pues Munich es la ciudad más rica de Baviera, que es la región más rica de Alemania, que a su vez es el país más rico de Europa. Un café en París, cuesta caro, pero asequible para un español. La renta per cápita en España es más o menos un 30% inferior a la de Alemania o Francia. Por tanto los precios en España deberían ser, más o menos, un 30% inferiores a los de estos países. Y sin embargo la percepción es que no es así. Porque si esto ocurre, tenemos un problema, pues nuestros productos son caros y no se venderán fuera. En lenguaje técnico no somos competitivos.
No hay (casi) nada nuevo bajo el sol. Lo que ocurre ahora, ya nos pasó en la crisis del 93. Hasta el 91 y con un dólar a 90 pesetas (es decir, el euro a 1,84 dólares), los españoles íbamos de ricos por la vida. Fueron los años en que surgió el “give me two” de los españoles comprando en Nueva York. Todo nos parecía barato. Pero ¿era lógico que un español en Nueva York, fuera de rico por la vida? Ya se ve que no. Al final la realidad se impuso, la peseta se devaluó 3 veces y pasó de 1$ = 90 pts a 1$ = 150 pts (equivalente a un euro = 1,1$). Con esta devaluación, los españoles dejamos de comprar fuera (ya no éramos ricos) y empezamos a exportar, porque nuestros productos ya sí eran baratos. Y así nos recuperamos. El problema, ahora es que no podemos devaluar. Por ello tendremos que aprender a bajar nuestros costes para volver a ser competitivos.