Artículo publicado en Expansión el 27 de abril de 2011.
Somos muchos, casi todos, los que tenemos la sensación de que el dinero público, el dinero de todos, se gasta alegremente, quizá porque el que lo gasta no lo tiene que ganar con el sudor de su frente, como el resto de los mortales. El número de ejemplos al respecto es enorme. Basta con leer el periódico cada día para verlo. Algunos ejemplos.
En otoño del 2009 la ministra de Sanidad, Sra. Jiménez, se gasta 240 millones de euros en 30 millones de vacunas para la gripe. Apenas llegaron a utilizarse. En enero del 2009 el aeropuerto de Barajas cierra por nevada. La ministra Magdalena Álvarez lo ve claro: “nunca mais”, y se va a Moscú a comprar 80 quitanieves, que son presentados a los medios con gran alivio, pero sin decirnos el coste. No creo que lleguen a usarse nunca. Y allí están inactivos. Los mineros del carbón se quejan, y reciben sus 1.500 millones de subvención. Los controladores protestan y para evitar el ruido mediático se les concede lo que quieren. Algunos de Aena protestan y lo mismo, se les concede lo que piden, más gasto. Aunque los ejemplos que más caros nos han salido provienen, no de los ministros, sino del Presidente del Gobierno Sr. Zapatero. El Plan E que nos costó 8.000 millones de euros… para hacer aceras (y esto de las aceras no es una banalización peyorativa del plan E, sino una realidad). El plan de la energía renovable, en concreto en fotovoltaicas, que nos cuesta 3.000 millones/año para producir el 2% de la electricidad que consumimos. Para ponerlo en perspectiva, la bajada de salarios a los funcionarios y la congelación de pensiones son unos 3.000 millones.
¿Por qué tanto gasto precipitado e inútil? Pues porque los incentivos están puestos para que el político gaste. Si hay protestas y ruido mediático, puedes perder votos, incluso las elecciones. Mejor ceder, gastarte el dinerito público, del que nadie se acordará y te has ganado la voluntad de unos pocos, además de acallar el ruido mediático. En definitiva: gastar genera votos, y proteger el dinero del consumidor puede hacerte perder votos y te crea mala imagen.
A la postre es cierto lo que dijo la Ministra Sra. Calvo “estamos manejando dinero público y el dinero público no es de nadie” (declaraciones a ABC 29/5/2004). Lamentablemente, da la sensación de que los políticos, o muchos de ellos, piensan así, o al menos actúan así. Una desgracia para el ciudadano, que es el que paga, y por tanto lo ve de otro modo.