En un artículo anterior he hablado de los errores actuales en la regulación bancaria y los problemas que nos traen: falta de crédito para empresas y familias.
Hablaré ahora de los errores del Banco de España durante el periodo 2003-2007 que han producido el problema bancario que tenemos ahora… desde hace ya casi cinco años (desde agosto 2007). Ojo, la culpa es del que comete el error (los bancos y cajas), pero el regulador que deja hacer también es responsable.
El crédito bancario creció a un ritmo del 20% aprox. durante los años 2003 a 2007. Una enormidad. Lo normal es que crezca lo mismo que la economía, un 4% a 6% máximo en términos nominales (crecimiento real del 2%-3% + 2 ó 3 puntos de inflación). Cada vez que el crédito crece más, estás dando crédito a quién no debes y tarde o temprano lo pagarás.
Esto ya pasó en los ochentas (una vez más es déjà vu) y el BE puso estrictos límites al crecimiento del crédito. Con esa sencilla medida, se evitó una burbuja y un colapso de entidades bancarias. Esta vez no se ha hecho.
Mi maestro el Prof. Termes, gran banquero y presidente de la Asociación Española de Banca durante muchos años, me enseñó a principios de los 90, que el negocio bancario es muy aburrido y crece muy poco. Hay que captar dinero del cliente y cuidárselo bien, prestándolo a alguien que de seguro te lo devolverá. Con esa estrategia tan simple, no puedes crecer mucho, dentro de tu propio mercado. Me comentaba esto cuando el Banesto crecía mucho y era el banco de moda. Al final, el Banesto tuvo problemas.
El Banco de España no puso coto al número exagerado de créditos a promotor. Del 2001 al 2008 pasaron de 42 millardos a 313. Se multiplicaron por 8. Los créditos a industria se multiplicaron por 2 y los créditos totales por 3. Hubiera sido muy fácil hacerlo. Quizá el BE no lo hizo porque el Gobierno presionaba para mantener el milagro del crecimiento español… apoyado en el ladrillo. En otras épocas el BE había sido más independiente, como debe ser.
La prudencia bancaria ha sido siempre proverbial. Lógico, si prestas 100€ y con ello ganas 1€ o 2€, es lógico que tu principal deber sea asegurar que prestas bien. Con un solo impagado, pierdes 100€, que es todo lo que has ganado en los otros 100 créditos que sí van bien y cumplen.
Esta prudencia proverbial se traduce en reglas muy sencillas. Por ejemplo:
– En hipotecas para primera vivienda no prestar más de un 80% del valor de la casa tasada más bien por lo bajo.
– En hipotecas para edificios empresariales, no más del 60% o menos según el tipo de actividad.
– Nunca, nunca se financia la compra de suelo. El promotor aporta el suelo, y el banco aporta la financiación para la construcción.
– No se presta para comprar acciones.
Los bancos se olvidaron de estas elementales reglas. El BE hubiera podido fácilmente poner coto a ello. Pero no lo hizo. Y como las reglas que se saltaron eran muy básicas el daño producido es muy grave. Y si además son muchos o todos los que se saltan las reglas, el daño es enorme.
Ahora todos hemos de pagar los pufos de la banca, del BCE y del BE. Sus errores financieros se tradujeron, en imposibilidad o recorte drástico de la financiación a empresas del sector real. Lo más curioso es que las entidades financieras han recibido avales multimillonarios para mejorar su financiación pero empresas del sector real no. Justificado por una suerte de medidas tan conocidas como el deseo del retorno del crédito al sector real en condiciones de normalidad. Pero los empresarios (del sector real) aseguran en voz alta, en la prensa, en las tertulias… que tienen que echar el cierre porque nadie les financia el circulante, y cobran tarde…. En fin, que semejante hipótesis no se ha cumplido, y lo peor tienen más que serias dudas de que a corto plazo vuelvan a disponer de fluidez y coste del crédito que existía antes de que los descalabros financieros impulsaran el desastre. Para resolver la crisis, quizás se deba devolver a la banca el lugar que debe ocupar un negocio bancario: aburrido y muy poco crecimiento, tal como nos recuerdan los doctos profesores Abascal y Termes.