Artículo publicado el El Periódico de Catalunya el 16 de enero de 2013.
La semana nos trajo muy buenas noticias: parece que los mercados por fin nos empiezan a ver con buenos ojos, o al menos con normalidad. Las empresas españolas pudieron captar dinero en los mercados, cosa que no ocurría desde marzo del 2012, el Tesoro emitió deuda en abundancia y a tipo barato (menos del 5%). El nuevo aire de confianza ha hecho que la prima de riesgo baje a 325 desde los 650 en que estuvo en agosto 2012. Parece que la tormenta de los mercados ya ha pasado.
Queramos o no los mercados tienen una enorme influencia –negativa- en la economía. La más importante es la confianza, y la confianza es el fundamento de la economía. Si cada día te despiertas con sobresaltos acerca de la prima de riesgo, con amenazas sobre el rescate, y todo tipo de opiniones negativas, es lógico que el consumidor se retraiga y no compre, con lo que las ventas bajan; tampoco el empresario invertirá, aunque tenga oportunidades para ello, a la espera de que pase la incertidumbre.
Los mercados influyen también porque sin financiación exterior, ni bancos, ni empresas, ni sector público tienen dinero suficiente para funcionar y esto obliga a más recortes de gasto que acaban hundiendo todavía más la actividad económica.
Los datos muestran la influencia negativa de los mercados. En 2010 ya empezamos a crecer, aunque poco; lo mismo en 2011. En junio y noviembre 2011 vino la crisis de la deuda italiana (y de refilón la española) y la economía empezó a decrecer. A partir de marzo 2012 los ataques sobre la deuda española se intensificaron, llegando a su punto álgido en julio-agosto de 2012. El resultado fue que tanto el consumo como la inversión bajaron y lógicamente el paro aumentó; de nuevo la economía decrece.
El comienzo del cambio de tendencia en los mercados empezó en septiembre con la declaración de Draghi (BCE) de que intervendría en los mercados para que no se disparara la prima de riesgo. Desde entonces la prima de riesgo ha bajado a la mitad. La bolsa, ha subido un 50%. Una vez más se comprueba que cuando el BCE actúa los efectos se notan y de inmediato. Bastó una simple declaración. Si no lo hace, la salida de la crisis se enlentece y el sufrimiento de la gente aumenta. Y si al Gobierno Europeo actuara, entonces sí que saldríamos rápido, pero para esto hay que esperar.
Un primer problema, el de los mercados, el más urgente, parece que ya está superado. Ahora nos queda seguir ajustando la eficiencia del sector público y conseguir que los bancos presten dinero de verdad y a tipos razonables. Si disminuyen las noticias negativas el consumidor se irá animando y las empresas venderán más. Luego hay que conseguir que las empresas españolas sean eficientes (produzcan bien y barato) para que puedan vender. Algunas, muchas, ya lo están consiguiendo. Sólo al final de este proceso, empezará a crecer el empleo, que es lo que a todos nos preocupa. ¡Largo camino por delante!