Para diagnosticar acerca de la eficiencia del gasto público hay que mirar las cifras de gasto y su evolución (antes no era fácil, ahora al menos tenemos los datos). Y luego hay que evaluar los servicios que recibimos (esto sí es más complicado).
Sin embargo cuando el mal gasto cunde por doquier, el ciudadano oye, o conoce de primera mano, anécdotas y sucedidos que reflejan ese mal gasto. Cierto que de un sucedido no se puede extraer una conclusión. Pero cuando son muchos, indica que algo pasa. Por eso en vez de hablar de gasto público hablo de mal gasto público.
Expongo aquí algunos hechos que me han contado sólo en la última semana. Seguro que el lector puede aportar muchos más.
Baja médica por depresión
- Lleva de baja dos años por depresión. Simultáneamente atiende consultas en una clínica privada tipo Sanitas, Capio, etc. (por poner un ejemplo). Además, por las tardes tiene su propia consulta privada con sus propios pacientes. Estos son hechos probados Al parecer esta conducta la viene practicando desde hace ya muchos años, no sólo dos.
- Desde la Delegación a la que pertenece, le abren un expediente. El expediente es recurrido. Al final la cosa llega nada menos que al Tribunal Supremo que dictamina que puede suceder que las condiciones del trabajo actual, le causen depresión al médico, por lo que es lógico que pida la baja y no trabaje (aunque sí siga cobrando). Pero también es plausible que simultáneamente pueda trabajar de forma privada puesto que ese trabajo privado no le causa depresión al médico. Resultado: el médico es readmitido, sigue de baja y cobrando… del dinero de todos.
- La historia acaba con que hay un concurso de traslado para un puesto de jefe de inspección médica. Como lo que más cuenta es la antigüedad y otros méritos, que siguen puntuando aunque se esté de baja médica y no el desempeño, este médico gana el concurso. Ahora desde la inspección podrá hacer lo que le da la gana, pues no se va a denunciar a sí mismo.
Ex alcalde recolocado
- Pierde las elecciones municipales, pero se le coloca de director general de la empresa de basuras de la capital. Además, era requisito pertenecer al grupo de licenciados y él no lo era, pero eso se arregla con un decreto que quita ese requisito. No tendríamos este problema si se desmantelara la inmensa red de empresas públicas muchas de ellas de dudosas utilidad o cuyas funciones podrían ser realizadas directamente por la administración pública.
Ordenanzas sin trabajo
- La Comunidad Autónoma tiene 76 ordenanzas y peones de varios oficios. A bastantes de ellos se les ha pedido que se queden en su casa, mientras siguen cobrando su sueldo. La razón: no hay sitio para ellos, y tampoco pueden encomendarles ninguna función que caiga dentro de las funciones reglamentadas del ordenanza. Por ejemplo, un ordenanza no puede hacer una fotocopia ya que no cae dentro de sus funciones.
De todos estos casos puedo aportar documentación y sentencias judiciales. Seguiré contando más historias sobre el mal gasto público. El lector también puede añadir otros casos que conozca (pero que sean reales y no rumorología urbana). Muchas gracias.
Otro ejemplo que conozco bien:
Los médicos que nos atienden en los consultorios de la salud pública suelen utilizar un ordenador en el que consultan nuestro historial, solicitan pruebas médicas, ven los resultados de las mismas y nos imprimen las recetas para que vayamos a la farmacia. Cada comunidad autónoma tiene su propio software para esto. Me parece un despilfarro que estemos pagando 17 sistemas, a 17 proveedores y (probablemente) a 17 departamentos encargados de gestionar estos sistemas que hacen fundamentalmente lo mismo. Para más INRI estos sistemas no están interconectados entre sí… un médico en Valencia no puede ver mi historial de Madrid si tengo la desgracia de accidentarme en Valencia.
Este es un claro ejemplo del para mí gran despilfarro: las comunidades autónomas. Es un despilfarro porque hemos multiplicado por 17 muchas de las estructuras del Estado y lo hemos hecho sin pies ni cabeza…