Una de las víctimas claras de la crisis económica ha sido el sentimiento pro europeo de los ciudadanos. En 2007 los partidarios de la Unión Europea llegaban al 53% frente al 14% de contrarios (el resto se declaraban neutrales). En 2013, los favorables eran solo el 30% y los contrarios un 29%, según el Barómetro de la Comisión Europea. Desde entonces y a pesar de la recuperación económica, las cosas han mejorado poco: a favor 35%, en contra, 25%.
Todos percibimos el auge de los nacionalismos en la UE (en Francia, Holanda, Reino Unido, Austria, etc.) y también ahora en Estados Unidos. El nacionalismo lleva aparejado un desdén o desapego a todo lo que supone ‘unión’, que ahora es denostada con el adjetivo ‘global’. Es curioso que antes esta palabra tenía un significado positivo y ahora es percibida como muy negativa. Los cambios ideológicos empiezan con cambiar el sentido de las palabras.
Creo que este desapego hacia la Unión Europea se produce por la falta de respuesta rápida, potente y eficaz ante la tremenda crisis económica de 2008-2013. Desde mediados de los 80 habíamos vivido una época de expansión económica, creación de riqueza, mejora de los servicios sociales, infraestructuras, etc. como nunca antes habíamos tenido. Y todo bajo el paraguas de la UE. Además el ciudadano experimentaba la sensación de que se movía por Europa como por su casa, que tenía muchas cosas en común con el resto de ciudadanos europeos; las barreras entre el ciudadano francés y el alemán, el español y el francés iban desapareciendo; en definitiva nos sentíamos un poco más en casa cuando íbamos por Europa, y menos extranjeros (extraños).
Es sabido que las crisis económicas hacen a los pueblos más egoístas; a falta de ayuda exterior cada uno va a su rollo intentando rehacerse como puede; y los demás, pues que se busquen la vida. Creo que esto es lo que ha pasado.
Un segundo factor que, creo, ha contribuido y mucho a la pérdida de sentimiento europeo, es que la UE no lo ha fomentado para nada. Y me refiero a ‘sentimiento’. Para fomentar la unidad es necesario fomentar ‘sentimientos comunes’. No se puede ‘hacer país’, unir a las personas, basándose únicamente en acuerdos económicos, moneda común, etc. Hace falta crear sentimiento. Y los sentimientos se crean con signos (banderas y tal), con himnos, con celebraciones comunes. Los sentimientos se inculcan en la escuela y en la familia. Un niño no nace español, francés o alemán, lo educas como tal. Pues creo que un poquito de sentimiento europeo en la escuela vendría bien, si es que queremos realmente crear una unión europea de verdad.
Llevar a cabo esto no es difícil en absoluto. Basta ver lo que hacen los americanos. Juegan la Super Bowl y lo primero es el himno y la bandera. Yo me pregunto, ¿no se podría hacer lo mismo en la final de la Champions, empezar con el himno y la bandera europeos? ¿No deberíamos tener una fiesta común europea? Tenemos fiestas municipales, autonómicas, estatales, ¿Cómo es que no tenemos una fiesta europea? Si no la tenemos es que no nos interesa mucho el tema. Y aquí puede estar el quid del problema. Si realmente se fomenta el espíritu europeo, muchos estratos de la administración pública actual perderían su utilidad y muchos de los que mandan verían peligrar sus puestos.
Versión editada del artículo publicado en El Periódico el 13 de marzo de 2017.
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Hola a todos,
Estoy de acuerdo al 100% con el Post y además es un tema que me tiene muy preocupado. Tengo familia muy cercana fuera de España y he visto en primera persona como ha cambiado en el imaginario colectivo de varios países de Europa ese sentimiento de unión al que te refieres.
Yo añadiría otros factores muy relacionados con el egoísmo como una de las causas: el miedo, la rabia y el sentimiento de impotencia, de no tener el control. Todos ellos provocados por la situación económica. He oido a mucha gente buscar una causa, un culpable más allá de la crisis, que muchas veces no alcanzan a entender y que no pueden controlar.
Independientemente de el uso político que están haciendo ciertos partidos de estos sentimientos por todo el globo, el cual no quiero entrar a valorar, da la sensación de que se está andando hacia atrás todo el camino que tanto nos ha costado construir durante tantas décadas desde la Segunda Guerra Mundial.
Yo siempre he pensado que el libre mercado, la libre competencia y la unión a nivel de sentimiento de pertenencia nos haría más fuertes y promovería generosidad entre nosotros. Tal vez estemos en un momento en el que debamos elegir entre que venza el miedo y por lo tanto la separación, o que apostemos todos por estar más juntos que nunca y nos ayudemos pensando en el bien común.
Hola Eduardo.
Muy interesante tu post… y totalmente de acuerdo en que el nacionalismo, principalmente el nacionalismo banal de los actuales estados es el principal obstáculo para una auténtica construcción europea… pero !alerta!, no lo substituyamos por un nacionalismo europeo, más grande, pero igual de malo que los anteriores. Cambiar el color de la bandera no es la solución!!; Es por esto que encuentro a faltar en tu exposición la necesidad de transmitir a nuestros hijos la conciencia de pertenencia a otra supranación que es la humanidad entera!. Hoy lo que ocurre en las antípodas es tan importante (o quizá más) que lo que ocurre a 50 km.
Ninguna forma de organización social sirve “para” nada. Un Estado, no sirve “para” nada. Cualquier forma de organización social tiene que servir “a”… servir “a” las personas. A su progreso material, intelectual i moral.
Personalmente creo que la forma de organización social de los actuales estados decimonónicos se encuentra en fase crepuscular simplemente porque hay una percepción creciente por parte de la sociedad de que están dejando de servir a las personas para servir a otros intereses que necesitan de esa arquitectura (es estado) para poderse materializar.
Me ha llamado mucho la atención la noticia de hace unos días de que Dinamarca (los nórdicos siempre tan innovadores) ha abierto una embajada en “Silicon Valley”. Dinamarca ha percibido perfectamente que hay que mantener relaciones con la nación Google, la nación Facebook o la nación Twitter, todas ellas naciones que están colonizando los corazones a base de servir “a” las personas.
Mientras tanto, estoy de acuerdo en que hay que fortalecer el sentimiento de pertenencia a Europa. Creo que Europa se ha ganado a pulso desde hace muchas décadas (exceptuando alguna anomalía regional) el derecho a liderar con firmeza el camino de la sociedad del futuro.
Saludos y muchas gracias por tu blog
Javier del Agua
Mi visión sobre la UE. Era una buena idea mientras sólo pretendía ser un gran mercado único, pero a partir de los 90 y al verse redundante por el fenómeno de la globalización se comportó como todas monstruos públicos: cobró vida propia e intentó reinventarse añadiendo funciones que no estaban previstas, como los intentos de unificar políticas exteriores, monetarias, integración política, fiscal… (qué será de nosotros el día que los estados dejen de competir fiscalmente…!). Evidentemente esto no funcionará nunca y se quedará en intentos que sólo generan fricciones y de momento ya tenemos una baja (que no obstante estoy seguro que seguirá jugando al mercado único y vivirá en el mejor de los mundos, como también hacen otros países no miembros como Suiza, Noruega o Islandia).
La UE no debería de haber pretendido nunca ser nada más que una zona de libre comercio. Los pueblos (naciones, países, patrias, pongámosle el nombre que más nos encaje) existen, y la mayoria de ellos no son artificiales, e incluso aquellos más artificiales lo son muchísimo menos de lo que nunca será un sentimiento europeo. La percepción de un bien común puede funcionar como mucho entre ciudadanos de un pueblo, y la mayoría de políticas que afectan a los ciudadanos, como más cerca de ellos se decidan, mejor: más acertadas, más customizadas, con los tempos correctos, etc. Las decisiones de Bruselas quedarán siempre lejos de todo el mundo, y una directiva que guste en París disgustará en Dublín (fiscalidad de Apple por ejemplo), etc. La UE debería de haberse quedado como la punta de lanza de la globalización, como una muestra a gran escala de las virtudes del libre comercio. En su dia lo fue, e inspiró a la creación del NAFTA, del Mercosur (aunque se quedó en una caricatura) y otros acuerdos o organizaciones basados en el libre comercio en el mundo. Espero que esos altos funcionarios que lucharon por reinventar y defender equivocadamente su tinglado en Bruselas no estén consiguiendo inspirar el camino inverso.
El mejor proyecto europeo sería que se produjeran las sinergias propias de una integración con una reducción de gastos y por tanto una reducción de impuestos ambiciosa del entorno de un 40%, por ejemplo. Si se acompaña de una desregulación del mercado crearía una situación de prosperidad sin precedentes.En ese caso nadie querría volver a la situación actual que expolia al ciudadano y ahoga el crecimiento de Europa. Si esto no ocurre entonces es mejor separarse, dejar de pagar esta carísima «macroestructura política» llena de privilegios e instituciones innecesarias y centrarse en mantener un mercado competitivo entre países. A mí me gustaría que se mantuviese el BCE ya que devolver la máquina de dinero a los políticos españoles y los que rondan por Europa puede ser una catástrofe.
Gracias por el comentario Mariano.
¿Está seguro que la UE nos sale muy cara? A mí me parece súper barata y más comparada con otras estructuras políticas que tenemos aquí. Pero vaya, tendría que mirar el dato.